En medio del ajetreo diario de Polanco se localiza un espacio que parece desafiar la lógica: un jardín ubicado en una terraza que, gracias al paisajismo y al diseño interior, logra transportarte a un oasis verde en plena ciudad.
Jardín Horacio es un refugio que combina naturaleza, estética y buena comida, donde el tiempo no corre por lo placentero que resulta permanecer en el lugar.

Se ubica en Horacio 330, y es un restaurante sumamente encantador porque logra transportar notablemente al comensal: es un paraíso que combina con elegancia la esencia de la naturaleza con la sofisticación urbana de su entorno
Los domingos, de 10 a 14 horas, ofrece un brunch distinto al que solemos encontrar en la ciudad. La carta es breve —apenas una oncena platillos— pero suficiente para que encuentres algo que sea de tu agrado.
Podrás pedir el Pan francés, Avocado toast, Burrata, Omelette de salmón, Benedictino con aguacate, Huevos al gusto con pan árabe, Bagel con pastrami, Tortilla de papa, Molletes con chamorro, Cazuela de chilaquiles verdes con pastrami y el Kebab de camarón a las brasas.

La experiencia
Para llegar al restaurante hay que subir una rampa y conforme caminas, te das cuenta que estás llegando a un lugar que no esperas, provocando una sonrisa de satisfacción al observar la ornamentación a base de diversas plantas, el diseño del lugar y cómo resulta efectivo el efecto de recrear un jardín.
Mientras observábamos el menú mi acompañante y yo, el mesero se acercó a ofrecernos bebidas y un delicioso pan chocolatín que decidimos compartir. Sin duda, una deliciosa manera de mitigar el hambre, mientras nos decidíamos por algún platillo.

Me decidí por el kebab de camarón a las brasas, que en realidad no responde a la idea tradicional de un kebab con pan pita: aquí se sirve en brocheta sobre una salsa de harissa, tapenade y jocoque, con brotes verdes encima. La propuesta resulta fresca, especiada y bien equilibrada.
También pedí los molletes con chamorro, que llegan en un baguetín gratinado coronado con cerdo deshebrado, mientras que mi acompañante optó por la cazuela de chilaquiles verdes con pastrami, un plato reconfortante con un toque ahumado de muy buen sabor.

De bebida el clásico café, jugo de naranja y té de coco; y para cerrar, unos churros con helado que cumplen con la promesa de un final dulce y clásico.
¿Qué más hay?
Lo interesante es que Jardín Horacio no se limita al brunch. Su servicio regular para comer y cenar comienza de martes a viernes de 13:00 a 23:00 horas, los sábados abre desde las 10:00 y los domingos cierra a las 18:00. Además, cuentan con opción de takeout para quienes prefieren llevar la experiencia a casa.
Su propuesta se enmarca dentro del concepto de Casual Dining, con una cocina internacional de tintes contemporáneos y de autor, donde los ingredientes frescos y locales son protagonistas.
La creatividad detrás de cada platillo refleja un equipo culinario con un estilo muy definido: reinterpretar clásicos y darles un giro personal sin perder su esencia.
Conclusión
La verdadera magia de Jardín Horacio está en su atmósfera: la vegetación envuelve el espacio, la luz natural entra a raudales y la decoración rústica se entrelaza con toques modernos.
Es un lugar que invita a quedarse, a compartir y a disfrutar, ya sea en brunch de domingo o en una cena cualquier día de la semana. En un barrio como Polanco, encontrar un rincón así —verde, íntimo y con personalidad— es un lujo que vale la pena descubrir.