Gourmet

Tradición italiana que conquista por su exquisita cocina

En una casa histórica de Polanco, una cocina italiana de raíz clásica se reinventa con sensibilidad, técnica y sabores memorables que invitan a comer sin prisas y a volver

Restaurante italiano Casa D’Amico
La decoración del lugar es cálida para que los visitantes se sientan confortables. (Publimetro/Ignacio Campos)

Entrar a Casa D’Amico es hacerlo sin prisas, como quien llega a la casa de un amigo que sabe cocinar muy bien y que, además, disfruta de recibir a sus invitados.

La experiencia comienza incluso antes de sentarse a la mesa: el restaurante ocupa una casa catalogada de 1940 en Polanco, una de esas construcciones que conservan el encanto de otra época y que hoy sirven como escenario perfecto para una cocina que honra la tradición sin quedarse anclada en ella.

Restaurante italiano Casa D’Amico
El restaurante busca crear una experiencia inolvidable en cada visita. (Publimetro/Ignacio Campos)

La atmósfera es cálida, elegante sin rigidez, y el servicio tiene ese equilibrio que se agradece: atento, cercano y profesional. No es raro ver al chef Walter D’Amico recorrer el salón, detenerse en cada mesa, saludar, explicar, recomendar. Ese gesto —cada vez menos común— marca el tono de toda la comida: aquí se cocina con oficio, pero también con orgullo y hospitalidad.

Restaurante italiano Casa D’Amico
Es atendido personalmente por sus dueños, quienes cuidan que cada persona sea atendida como en su casa. (Publimetro/Ignacio Campos)

Apenas uno se sienta, llega a la mesa una cesta de focaccia de la casa, aún tibia, acompañada de aceite de oliva. Es un inicio sencillo y honesto, de esos que preparan el paladar y confirman que lo que viene se toma en serio desde lo esencial.


La comida arranca con dos carpaccios que dialogan entre lo fresco y lo delicado. El Carpaccio di Zucchini sorprende por su sutileza: láminas de calabaza cocidas con aceite de olivo italiano, cubiertas por una crema de parmesano sedosa, aceite de trufa negra y pequeñas nubes de almendra, nuez y piñones que aportan textura y profundidad. Es un plato que no busca imponerse, sino envolver las papilas gustativas.

Restaurante italiano Casa D’Amico
El Carpaccio di Zucchini, en apariencia una sencilla entrada, resulta una sorpresiva sinfonía de sabores delicados. (Publimetro/Ignacio Campos)

El Carpaccio di Gamberi, por su parte, apuesta por la pureza del producto. Finas láminas de camarón recién fileteadas, marinadas con limón, aceite de oliva y vinagre balsámico italiano, con cebolla morada y un toque de perejil. Fresco, elegante y preciso, ideal para abrir el apetito sin saturarlo. Ambos carpaccios son estupendamente deliciosos.

Entre los platos fuertes aparece una receta con historia y memoria familiar: la Amatriciana della Mamma, elaborada con la receta original de la nonna Luigia. Tocino y carne de res cocinados lentamente en salsa pomodoro, reconfortante y llena de carácter, de esas que saben a tradición bien cuidada y que hacen recordar la niñez cuando la abuela lo consentía a uno con el platillo favorito. Mi acompañante y yo coincidimos en que podríamos repetir una y otra vez este plato, pero había que dejar espacio para lo demás.

Restaurante italiano Casa D’Amico
¡Sublime! Este es el adjetivo calificativo más adecuado para describir el sabor de este platillo receta de la madre del chef Walter. (Publimetro/Ignacio Campos)

El Risotto Tartufo Nero merece una mención especial. Cremoso, aromático, perfectamente cocido, con arroz arborio, aceite de trufa, queso grana y finas láminas de trufa negra. Un plato que entiende el lujo desde la textura y el equilibrio, sin excesos innecesarios, dándole a cada ingrediente su justa medida para que el paladar lo agradezca por consentirlo con semejante exquisitez.

Restaurante italiano Casa D’Amico
El Risotto Allo Zafferano es otro platillo ampliamente recomendable del restaurante. (Publimetro/Ignacio Campos)

Como plato insignia de la casa llega el Spigola Vongole con trufa fresca. Lomo de robalo del día, cocinado a la plancha con sal de mar y un toque de aceite de oliva, servido con una salsa cremosa de funghi porcini —la misma que acompaña el risotto— y coronado con trufa fresca. Es un plato redondo, profundo y elegante, que resume muy bien la filosofía de Casa D’Amico: respeto por el producto, técnica impecable y sabores que permanecen.

Restaurante italiano Casa D’Amico
Restaurante italiano Casa D’Amico Los platillos son deliciosos y reflejan gran técnica en su preparación para equilibrar cada uno de los ingredientes utilizados. (Publimetro/Ignacio Campos)

La experiencia se acompaña con un Cusumano Syrah, un vino que armoniza con los distintos tiempos de la comida y acompaña sin robar protagonismo.

Casa D’Amico no es sólo un restaurante italiano más en la ciudad. Es un lugar donde la cocina se vive con cercanía, donde el espacio suma a la experiencia y donde cada platillo está pensado para disfrutarse sin prisas. Una mesa que invita a volver, a traer amigos y a dejarse consentir, como en casa, pero con un chef que sabe exactamente lo que hace.

Estos días de fiesta, en los que la ciudad baja su ritmo, resultan propicios para visitarlo y enamorarse de los deliciosos alimentos que allí se preparan, como dirían los clásicos, con mucho, pero mucho amor.

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