Con la llegada del final del año, Brasil se transforma en un gran escenario de celebraciones.
La combinación mágica de Navidad, Año Nuevo y el esperado Carnaval convierte a esta temporada en la más vibrante del calendario brasileño.
Es la época en que el calor del verano sudamericano se mezcla con el calor humano, transformando al país en el destino perfecto para quienes buscan diversión, cultura y momentos inolvidables.
El encanto comienza con las luces y tradiciones navideñas que iluminan las ciudades de norte a sur, calentando corazones e inspirando momentos de unión entre familias y amigos.
Una semana después, el Reveillon se apodera del país con fiestas llenas de tradiciones: todos vestidos de blanco esperan la tradicional cuenta regresiva de los diez segundos antes de la medianoche, y cuando el reloj marca la llegada del nuevo año, el cielo se llena de fuegos artificiales seguidos de brindis y música.

Para los viajeros internacionales, la Navidad en Río de Janeiro no es solo sinónimo de playas y clima tropical: es una época en que el arte, la música, la gastronomía y la tradición se encuentran en espacios públicos transformados en verdaderos anfiteatros naturales.
En Río de Janeiro -una de las ciudades icónicas de Brasil- la Navidad destaca con atracciones al aire libre: el Árbol de Navidad de la bahía de Botafogo, una estructura monumental de 80 metros de altura (el equivalente a 30 pisos) iluminada por 2,3 millones de luces led y emplezada en medio del mar, con el cerro Pan de Azúcar de fondo.
Más al sur de la ciudad está el árbol de Navidad de la laguna Rodrigo de Freitas (60 metros de altura), que también convoca a multitudes a la contemplación y el espíritu navideño compartido.
El Año Nuevo en Brasil es una gran celebración que refleja la rica diversidad cultural del país.
Desde las deslumbrantes playas hasta las fiestas urbanas, las tradiciones populares cobran vida en este momento tan señalado: vestir ropa blanca, saltar siete olas, brindar con espumante, enviar ofrendas a la diosa Iemanjá y comer semillas de granada o uvas son algunas de estas tradiciones llenas de significado.
La llegada de 2026 en la playa carioca de Copacabana conserva las tradiciones, pero cada año ofrece sorpresas.
El ritual suele convocar a más de dos millones de personas (a un escenario que este año ya recibió el megashow de Lady Gaga) a esperar el fin del año 2025 a la orilla del mar.
A la medianoche, los fuegos artificiales son lanzados desde balsas distribuidas a lo largo de la costa de Copacabana, al sur de la ciudad.
Este año se anuncian los shows del cantautor Gilberto Gil, junto a Ney Matogrosso, Iza, João Gomes, el DJ Alok y la percusión de la escuela de samba Beija-Flor que hará el cierre del evento.
En el ápice del verano sudamericano, el cambio de año ya es el calentamiento del espectáculo más grandioso y vibrante de Brasil: el Carnaval, que se extiende -en cada estado con características propias- a lo largo de todo Brasil.
El Carnaval atrae a personas de todo el mundo que quieren vivir una experiencia única, celebrando la cultura, la diversidad y la pasión que late en el corazón de Brasil.

El Carnaval llegó a Brasil de la mano de los colonizadores portugueses entre los siglos XVI y XVII, manifestándose inicialmente a través del entrudo, un juego popular que consistía en lanzarse líquidos por sorpresa, una práctica que llegó a ser prohibida por las autoridades.
Con el tiempo, la celebración adoptó otras formas, como los bailes de máscaras.
La aparición de sociedades carnavalescas contribuyó a popularizar la fiesta, y a partir del siglo XX, el surgimiento de la samba y de los desfiles de las escolas.
El apoyo gubernamental fue crucial para que el Carnaval se consolidara como una gran celebración cultural y un negocio crucial para el sector de servicios.
Río de Janeiro, la “Ciudad Maravillosa” (como dice la canción homónica de Ary Barroso) es el epicentro de uno de los carnavales más conocidos de Brasil.
El sambódromo de la Marquês de Sapucaí es el escenario oficial para el desfile anual de las escuelas de samba cariocas, que es una supreproducción que incluye carrozas, disfraces lujosos, coreografías y mucha música; el desfile es competitivo, y una semana después el sambódromo recibe a las tres escolas campeonas para un nuevo desfile.
Fuera del sambódromo, el Carnaval de calle de Río de Janeiro es reconocido por el Guinness World Records como el más grande del mundo, dado que atrae unos dos millones de personas por día para acompañar los innumerables blocos (comparsas) que invaden la ciudad.
Aunque el de Río de janeiro es su Carnaval más conocido, en otras ciudades las fiestas son tan atractivas, lujosas y populares como en la capital carioca.
São Paulo (São Paulo)
La corte carnavalesca (el Rey Momo, la reina de carnaval y las princesas) es coronada en enero y el ambiente ya se prepara para que la mayor ciudad de América del Sur abra paso a las más de 800 comparsas, que por ley deben estar registradas y autorizadas por la prefeitura (gobierno municipal).
El broche de oro es el desfile competitivo de las escolas en el sambódromo de Anhembí, con 14 agrupaciones que buscan el premio mayor, con el lujo y despliegue que forman parte de la tradición de la ciudad más populosa de Brasil.

Salvador, Bahía
La capital de Bahía celebra uno de los carnavales más cotizados, con cuatro millones de participantes en su última edición; estrellas musicales de primera línea suelen ser parte del menú de shows del circuito de una fiesta que tiene componentes de sincretismo cultural atractivos y originales.
El barrio colonial Pelourinho es el epicentro de ensayos y shows de precarnaval desde fines de enero, y en la costanera, cientos de miles de personas se suman a la música de los tríos eléctricos que desfilan por los circuitos de Barra-Ondina y Campo Grande-Avenida Sete.
El desfile del “afoxé” Filhos de Gandhi (Hijos de Gandhi, todos vestidos como el líder independentista indio), una mezcla de escola y organización religiosa, es una síntesis imperdible del sincretismo bahiano.
Recife y Olinda (Pernambuco)
Ni samba, ni candomblé: el frevo es el ritmo característico de la fiesta, animada por trompetas y trombones.
El circuito entre Recife y Olinda (ciudad colonial a siete kilómetros de la capital del centro de Recife), en el estado de Pernambuco, constituye una de las fiestas más plurales e intensas de Brasil.
En Olinda, el precarnaval comienza la segunda semana de enero, pero arranca formalmente la noche del primer sábado de Carnaval con el desfile del Hombre de la Medianoche, un muñeco gigante que sale a pasear en hombros de la multitud por las pendientes de Olinda; el desfile de muñecos gigantes es uno de los detalles más pintorescos y notables del Carnaval pernambucano, diferente de todo lo que se puede ver en el resto del país.
Uno de los momentos más destacados es el desfile del gigantesco bloque callejero “Galo da Madrugada”, que congrega a multitudes el primer sábado de Carnaval, por la mañana, en el centro de la ciudad.
Belo Horizonte
El Carnaval de Belo Horizonte es el que más crece en Brasil.
La fiesta se extiende a todas las regiones de la capital de Minas Gerais y, en su edición de este año atrajo a cinco millones de personas y 530 comparsas.
Una de sus características únicas son los Blocos Caricatos, comparsas tradicionales surgidas en la década de 1940.




