Hay lugares que parecen pensados para este momento del año, cuando las agendas se llenan de comidas largas, brindis anticipados y conversaciones que miran hacia lo que viene. La Buena Barra, en Polanco, es uno de ellos.

No sólo por su cocina —contundente, bien ejecutada y pensada para compartirse— sino por una atmósfera que invita a quedarse, a alargar la sobremesa y a celebrar, aunque no haya un motivo específico más allá de estar juntos.
Desde la llegada, el restaurante anticipa la buena experiencia con un gesto que se agradece: un caldo del día de cortesía que reconforta y abre el apetito, acompañado de tostadas y una selección de cinco salsas para acompañar cualquiera de los platillos de su cocina. Es una bienvenida cálida, prepara al comensal para lo que sigue.

El espacio combina elegancia con una energía animada. Mesas amplias, iluminación cuidada y un ambiente que se siente vivo sin ser abrumador. Aquí conviven comidas de negocios, reuniones familiares y celebraciones entre amigos, todas bajo un mismo hilo conductor: la buena mesa como pretexto para reunirse. En estas fechas, cuando el ánimo colectivo invita a cerrar ciclos y brindar por lo que viene, el lugar se siente muy adecuado para este fin.

El menú es variado y con diversas opciones como taquitos, verduras al grill, paella, ensalada de pulpo, tostadas de escamoles, barbacoa, tacos de lechón al ataúd y muchas delicias más, pero sin duda, los cortes selectos siempre llaman la atención como plato principal.
Para comenzar, el guacamole tradicional con chicharrón de cerdo confirma por qué los clásicos, bien hechos, nunca fallan. Cremoso, fresco, con ese contraste crujiente y profundo que aporta el chicharrón, es un platillo pensado para compartirse al centro, mientras las bebidas empiezan a circular y la conversación se acomoda.

El jugo de carne, intenso y reconfortante, refuerza esa sensación de cocina honesta, de sabores directos y bien definidos que preparan al estómago para el protagonista del día
El plato fuerte llegó en forma de un rib eye de 800 gramos, ideal para compartir. La carne, jugosa y en su punto, se acompaña de cebollas cocidas y esquites que equilibran y complementan sin robar protagonismo. Como extra, las papas trufadas encajan a la perfección con el espíritu de celebración: doradas, aromáticas y francamente difíciles de dejar de comer.

Para acompañar, un vino tinto Casa Madero 3V resultó un maridaje acertado, redondeando la experiencia con notas que dialogan bien con los cortes y elevan la comida sin imponerse. Es ese tipo de elección que acompaña sin distraer, ideal para extender la sobremesa y brindar una y otra vez.
La Buena Barra se consolida así como un punto de encuentro para esta temporada: un restaurante donde la comida es protagonista, pero el verdadero valor está en el ambiente que se genera alrededor de la mesa.
Un lugar para despedir el año, celebrar logros, planear el siguiente y, sobre todo, compartir buena comida en compañía de quienes importan. Porque al final, eso es lo que se busca en estas fechas: sentarse, brindar y dejar que el tiempo pase sin prisas.

