Decenas de indonesios fueron reclutados bajo engaños y llevados a Myanmar con promesas de buenos empleos. Pero allí la realidad era otra. Las bandas criminales los encerraron en edificios, en donde los forzaban a trabajar en esquemas de estafas y los golpeaban si no cumplían las metas. Algunos de ellos ya fueron liberados y repatriados. Se cree que cientos de miles de personas de diversos países trabajan en la industria de la estafa de Myanmar.