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De la euforia del gol a la histeria colectiva

El festejo del gol constituye una válvula de escape ante los problemas cotidianos, que se convierte en una histeria colectiva e incluso, llega a contagiar a quienes no son aficionados al futbol, aseguró el psicólogo Fernando Medina Hernández. En entrevista con Notimex, el especialista señaló que ese contagio social se hace evidente, cuando las personas que no son aficionadas al futbol “viven” la euforia del gol, visten playeras de ese deporte y temporalmente se muestran interesadas en los resultados. Incluso, refirió Medina Hernández, la celebración del gol lleva a los aficionados a transportarse a un mundo muy diferente al de su realidad, donde no existen los problemas económicos, laborales o familiares. “Justo en el momento en que cae un gol del equipo de sus amores, el aficionado se desconecta de su realidad y olvida sus deudas, sus conflictos laborales y sus problemas familiares o personales”, refirió. El psicólogo manifestó que el gol y el triunfo, llevan a los aficionados a este deporte a vivir eventualmente en un estatus de superioridad frente a sus semejantes. “Al menos en la psicología del mexicano, el gol y el triunfo del equipo favorito llevan al aficionado a sentirse superior frente a los demás, pues reta en todos los sentidos, se permite ofender a los demás y considera que no hay nadie mejor que él”, afirmó. Hizo hincapié en que el festejo del gol lleva a una histeria colectiva, que en muchas ocasiones puede llevar a la violencia verbal y física, como ocurrió en el partido entre las selecciones de México y Croacia, durante el Campeonato Mundial de Futbol que se juega actualmente en Brasil. “En ese encuentro, uno de los tres goles de la Selección Nacional provocó histeria colectiva, que derivó en un enfrentamiento físico entre aficionados mexicanos y croatas, pues fue evidente el aire de superioridad”, resaltó. El experto remató diciendo que el gol libera emociones y frustraciones, hace olvidar momentáneamente los problemas cotidianos y causa una euforia desbordada que cobra factura, cuando el partido de futbol termina. “La cruda futbolera es fuerte, pues el aficionado regresa a la realidad y se da cuenta que sus deudas, sus conflictos en el trabajo o sus problemas familiares son inamovibles, como el resultado final del partido”, advirtió.

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