Mircea Gabriel, un curandero originario de Rumania, llegó a Puebla con la intención de aliviar los dolores físicos de los poblanos utilizando, según él, la energía que emana de sus manos.
Conocido como el “quita dolores”, se instala todos los días en una banca a un costado de la iglesia de la Compañía, en el Centro Histórico de la ciudad.
A su lado, un pequeño letrero anuncia su presencia y su servicio, al que acuden decenas de personas en busca de alivio.
Esta labor se ha convertido en su principal forma de sustento desde que migró a México. Primero llegó a Playa del Carmen, donde comenzó a ofrecer terapias energéticas, y más tarde se trasladó a Puebla, donde lleva ya cuatro meses.
“Lo descubrí sin querer, fue un accidente. Intervine en una situación y en ese momento me di cuenta de que tenía algo especial. Desde entonces empecé a experimentar”, relató en entrevista con un medio local.
Durante su estancia en Playa del Carmen, trabajó en el Instituto Holístico Maya, acudía al Poliforum y ofrecía terapias a estudiantes de tenis.
En Puebla, atiende a un promedio de 10 personas por día. Sus terapias no tienen un costo fijo; los aportes son completamente voluntarios.
Los principales padecimientos que trata son dolores musculares, en rodillas y manos.
Sin embargo, también ha recibido a personas con condiciones más complejas como cáncer, fibromialgia e incluso pacientes en recuperación de cirugías cerebrales.
Su presencia ha comenzado a hacerse conocida, principalmente a través de recomendaciones en redes sociales, donde quienes han sido atendidos comparten sus testimonios.
