El verdadero poder no está en los cargos, está en la gente que se atreve a cambiar lo que muchos dan por hecho.
En Querétaro creemos en la democracia como forma de gobierno y también como una forma de vida, cada avance, cada logro, cada política pública que ha transformado nuestra calidad de vida nace de un ingrediente esencial: la participación activa de las y los ciudadanos, que con su voz, su esfuerzo y su compromiso, dan un sentido real a nuestras instituciones.
Hoy más que nunca, debemos recordar que la política no es asunto exclusivo de quienes ocupamos un cargo público. La política es de todas y todos, y se construye en cada barrio, en cada colonia, en cada junta de vecinos, en cada conversación donde buscamos mejorar nuestras comunidades. Esa participación ciudadana es, en esencia, el corazón que mantiene viva y en movimiento a nuestra democracia.
En Querétaro, hemos sido testigos de cómo la ciudadanía organizada puede impulsar cambios trascendentales, desde la defensa de nuestros espacios públicos hasta la exigencia de servicios de calidad, pasando por la creación de políticas que protegen nuestros derechos humanos y nuestro medio ambiente, la voz de la gente ha marcado el rumbo de nuestro estado, por ejemplo, nuestro estado cuenta con la Ley de Participación Ciudadana más completa donde se contemplan distintos instrumentos para que la ciudadanía puede hacer valer su voz.
En Querétaro hemos demostrado que las y los ciudadanos participamos, porque nos gusta involucrarnos en la vida política de nuestro estado, prueba de ello son las pasadas elecciones, según datos del Instituto Electoral del Estado de Querétaro (IEEQ), se registró una tasa de participación del 61.75 por ciento, esto representa un incremento del 10 por ciento en comparación con el periodo electoral anterior.
Sin embargo, todavía enfrentamos retos, aún hay camino por recorrer. La participación ciudadana no puede limitarse al voto cada tres o seis años. Participar es también involucrarse en las decisiones del día a día, exigir transparencia, vigilar que los compromisos se cumplan, proponer soluciones y, sobre todo, confiar en que nuestras acciones, tanto individuales como colectivas, sí pueden transformar la realidad.
Como diputado local, estoy convencido de que la cercanía con la gente es el primer paso para crear leyes y políticas públicas que respondan a lo que realmente se necesita. Por eso, desde el primer día de mi gestión, he mantenido un diálogo abierto y respetuoso con jóvenes, mujeres, empresarios, trabajadores, académicos, organizaciones civiles, comerciantes y vecinos de colonias y comunidades; de ahí el acercamiento a través de foros para socializar la Ley de Participación Ciudadana en todas las regiones del estado, las cuales estamos a punto de arrancar.
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Los espacios de participación deben ser accesibles, incluyentes y, sobre todo, efectivos. No basta con abrir foros o convocar consultas solo para cumplir el trámite; la participación real ocurre cuando las decisiones reflejan lo que la gente necesita, no lo que conviene a unos cuantos. La confianza en las instituciones no se gana con encuestas maquilladas, sino asegurando que cada voz cuente y que cada propuesta tenga el poder de cambiar las cosas.
Querétaro ha demostrado que tiene una ciudadanía activa, crítica y con ganas de construir. Por ello, uno de mis compromisos más firmes es seguir promoviendo espacios reales de diálogo y colaboración. Estoy convencido de que las mejores decisiones no nacen desde un escritorio, nacen en las calles, en las colonias, escuchando a quienes viven todos los días las realidades que queremos cambiar. Porque quien vive el problema, también tiene la solución.
Participar no es opcional, es el camino para decidir nuestro rumbo.
Hoy, hago una invitación abierta a que levantemos la voz, tomemos el lugar que nos corresponde y hagamos que las cosas pasen. Querétaro se construye con hechos, no con espectadores
Recordemos que la participación ciudadana es un derecho de la sociedad y también una responsabilidad que nos dignifica como ciudadanos.