Opinión

No estás fallando si frenas: estás cuidando lo que importa

laura columnista
Laura Aguilar Roldán. Colomnista.

Una carta al hombre que no quiere perderse lo esencial.

En un mundo que sigue midiendo la paternidad en horas extras, cuentas pagadas y logros laborales, tomarse una pausa parece casi un acto de traición. Pero ¿y si frenar no fuera fallar? ¿Y si, en realidad, detenerse también fuera una forma de amar?

Durante generaciones, se le enseñó al hombre que su valor estaba en lo que producía, no en lo que sentía. Que ser un buen padre era “dar todo por su familia”, aunque eso implicara no estar. Pero algo está cambiando. De forma sutil, casi sin hacer ruido, ha comenzado una nueva conversación. Y no, no es sobre tenerlo todo. Es sobre no perder lo que realmente importa.

Hay hombres que están reescribiendo su rol. Que ya no solo quieren ser proveedores, sino presencias completas. Que no buscan ascensos a costa de cenas familiares, ni aplausos que suenen más fuerte que la risa de sus hijos. Hombres que quieren llegar lejos, sí, pero también llegar cerca.

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Porque el tiempo no se guarda en una cuenta. No se factura. Y no vuelve.

Ni el tuyo.

Ni el de ellos.

Según un estudio del Boston College Center for Work & Family, los padres que logran un equilibrio real entre su vida profesional y personal no solo reportan menor estrés: también tienen relaciones más sólidas con sus hijos y un nivel más alto de bienestar familiar. No es solo teoría. Es calidad de vida puesta en práctica.

El equilibrio no es un destino perfecto. No todos los días podrás estar a tiempo para la cena o ver la función escolar. Pero puedes llegar emocionalmente disponible. Con el celular fuera de la mesa. Con la mente despejada. Con el corazón presente.

Y eso —créelo— vale más que cualquier puesto en la esquina dorada de una oficina.

¿Por dónde empieza ese nuevo camino?

Elige una hora al día solo para estar. Sin pantallas. Sin pretextos.

Permítete no poder con todo. Porque ser vulnerable también es una forma de liderazgo.

Aprende a decir no. Marcar un límite es proteger lo valioso.

Sal a caminar con tu hijo sin ruta ni reloj. Solo por estar.

Rodéate de otros hombres que estén en la misma búsqueda. Nadie debería caminar solo el camino de la presencia.

Pedir tiempo no te hace menos profesional. Poner a tu familia al centro no te hace menos exitoso. Cuidarte no te resta: te integra.

Porque el hombre que sabe frenar no es el que se rinde. Es el que no se pierde a sí mismo.

Es el que entiende que estar —de verdad— es una de las formas más valientes de amar.

Y en un mundo que aplaude al que llega lejos, tú puedes elegir ser el que llega cerca.

Donde más lo necesitan.

Donde más te esperan.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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