Amables lectores, el Mundial de Clubes ha resultado una muy agradable e interesante experiencia en todos los sentidos previo a la Copa del Mundo del próximo año.
Una estupenda organización y una gran respuesta de aficionados de todo el mundo.
En ese sentido, el fenómeno Boca Juniors se reafirma pero también el viaje de grandes cantidades de aficionados egipcios, japoneses y árabes quizá mayores en número que los fans europeos.
En lo futbolístico, los equipos brasileños ratifican su alto nivel de competencia que los ha llevado a dominar Sudamérica en años recientes.
Flamengo, Fluminense, Palmeiras y Botafogo le compiten a las potencias europeas de igual a igual.
Nombres como: Igor Jesús, Paulinho, Everton, Thiago Silva, De Arrascaeta y Cano caben sin problema en el Viejo Continente donde algunos ya jugaron y prefieren regresar en plenitud de facultades a jugar el Paulista o el Brasileirao.
Por lo que respecta a los equipos mexicanos, Pachuca mereció más frente al Salzburgo y el Madrid, lo necesario para no estar ya eliminado.
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Los Rayados han hecho con personalidad lo más complejo frente a Inter y River.
Si no vencen al complicado Urawa todo quedará en una anécdota más.
Ya habrá momento para un análisis más detallado de este agradable experimento.
Algunos se manifiestan en el sentido de realizarlo cada dos años y que el proceso de acceso de los equipos sea más exigente.
A la FIFA no le da lo mismo en taquilla el Aukland o el Mamelodi que la asistencia del Barcelona, Liverpool o el Nápoles e incluso las Chivas hoy ausentes.
Que siga la fiesta y que venga lo mejor del Mundial de Clubes en un país que hoy no comulga con los inmigrantes.