Correr es sinónimo de libertad. Un acto aparentemente sencillo que conecta cuerpo, mente y espíritu. Pero detrás de cada zancada, hay un sistema complejo que debe cuidarse. Así como afinamos un auto antes de un viaje largo, el cuerpo también necesita una revisión antes de recorrer kilómetros.
Hoy, más personas —de todas las edades— se lanzan al reto de correr distancias largas: 10K, medio maratón, maratón… El entusiasmo es admirable, pero la salud no debe quedar en segundo plano. No importa si tienes 20 o 50 años: hacerte estudios médicos anuales es un acto de responsabilidad contigo y con quienes te esperan en casa.
Un electrocardiograma, análisis de sangre, pruebas de esfuerzo… no son trámites, son herramientas para conocerte. Saber cómo están tu corazón, tu presión, tus niveles de glucosa o tu oxigenación, puede marcar la diferencia entre un logro y una tragedia.
La cultura del “aguanto todo” debe transformarse en una cultura del “me cuido para seguir corriendo muchos años más”. Porque entrenar es importante, pero prevenir es vital.
PUBLICIDAD
Correr es vivir… pero con responsabilidad. Si amas correr, cuida tu cuerpo. Escúchalo, revísalo, protégelo. No hay mejor meta que llegar lejos… sano.