El pasado jueves 18 de julio, Querétaro volvió a estremecerse. Esta vez no por un logro deportivo ni por una buena noticia económica, sino por una tragedia que pudo evitarse: una mujer en presunto estado de ebriedad se pasó el alto y a una alta velocidad impactó un vehículo, el saldo: una joven mujer muerta y un lesionado de gravedad que hoy lucha por su vida en un hospital.
Esto no fue un accidente. Fue una consecuencia. Una consecuencia de una cultura que ha normalizado conducir borracho, que celebra el exceso, que trivializa la ley y que prefiere mirar hacia otro lado mientras otros arriesgan la vida.
El Secretariado del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó 132 homicidios culposos y 531 lesionados en accidentes viales de enero a mayo de este año en Querétaro. Tomando en cuenta que aún resta casi medio año, las cifras nos colocan ante una emergencia.
Hoy, alzamos la voz desde el Congreso local. Aplaudimos la postura del gobernador Mauricio Kuri para instalar radares de velocidad y ampliar operativos alcoholímetro, y secundamos al diputado Guillermo Vega, quien propone sanciones más severas: retiro temporal o permanente de la licencia a quienes conduzcan en estado de ebriedad y provoquen accidentes.
Como diputado impulsaré reformas para endurecer las sanciones —no solo retiro de licencia— que se aplique de manera adecuada la ley, que se utilicen tecnologías para regular las velocidades de circulación y sobre todo, acciones que promuevan el consumo responsable de alcohol y no combinarlo con el volante.
¿Cuántas veces más tendremos que repetirlo? Conducir bajo los influjos del alcohol no es un descuido: es un crimen. Y como tal, debe ser castigado.
Pero sin participación ciudadana activa, estas medidas podrían quedarse en el papel.
Por eso el llamado que hoy les hago es a ser ciudadanos responsables, conscientes y empáticos. Es importante que si hemos consumido alcohol no conduzcamos un vehículo, no se trata sólo de nuestra integridad, sino de las personas que están a nuestro alrededor, pensemos que alguien nos espera en casa y que podemos destrozar en un segundo a una familia.
En Querétaro nos hemos distinguido por ser una sociedad comprometida, responsable y que cumple con la ley, por ello estoy seguro que este lamentable accidente nos servirá de ejemplo para mejorar y avanzar.
El dolor de la familia de Mitzi no puede devolverse en palabras. Pero sí podemos hacer algo con su memoria: convertir su tragedia en el inicio de una transformación. Si no lo hacemos, todos seremos cómplices —por acción o por omisión— de la próxima muerte evitable.
Mis condolencias a familiares y amigos de Mitzi y mi solidaridad con Martín para que se recupere pronto.