Querétaro

Un esquinazo

Adán Augusto López, coordinador de los senadores de Morena
Adán Augusto López. FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM

En México, a partir del sexenio de Carlos Salinas, se popularizó el término “quinazo” para aludir a un acto político mediante el cual, el presidente entrante perseguía judicialmente a alguien cercano a su antecesor como una forma de emancipación; al dar un quinazo (siempre durante su primer año en el cargo) el presidente se reafirmaba en la Silla del Águila enviando un mensaje a todos los grupos políticos: el Poder había cambiado de manos y no sería tolerado desafío alguno, viniera de quien viniese.

No es que esa práctica haya comenzado con Salinas cuando encarceló al, hasta entonces, todopoderoso líder sindical Joaquín Hernández Galicia alias “La Quina”: antes de él Miguel de la Madrid había encarcelado a Jorge Díaz Serrano, director de Pemex en el sexenio previo y cercanísimo amigo del expresidente López Portillo.

En la época posterior al quinazo canónico, el presidente Zedillo encarceló a Raúl Salinas, hermano, mentor y operador de cañería del expresidente Salinas; después, el presidente Peña encarceló a Elba Esther Gordillo, hasta entonces todopoderosa lideresa del magisterio. Los presidentes de extracción panista, Fox y Calderón, no incurrieron en esa práctica.

Ahora, poco antes de cumplir su primer año como encargada de despacho, Claudia Sheinbaum ha permitido una campaña que exhibe la cercanía personal e institucional de Adán Augusto López (el poderoso senador cercanísimo a su antecesor, el otro López) con un líder criminal tabasqueño. Ello ha dado pie a lecturas políticas que ven ahí un intento por dar un quinazo, con las cuales difiero pues si la idea de Sheinbaum era esa, lo hizo todo al revés.

Los elementos esenciales del quinazo eran (¿son?) tres: la sorpresa en la ejecución; la frontalidad en el mensaje; y el conjunto de los grupos políticos como destinatario. De ellos, sólo uno se advierte en el performance que hemos atestiguado este mes: el tercero; los dos primeros no existieron.

No hubo sorpresa porque, mientras que Díaz Serrano, La Quina, Raúl Salinas y Elba Esther se enteraron de las intenciones presidenciales hasta que ya estaban detenidos, en el caso de Adán López no podía realizarse una detención sorpresiva por tratarse de un senador: el fuero que lo protege habría exigido una operación política en el senado, previa a su detención, de absoluta discreción y alta complejidad, por completo fuera del alcance de Sheinbaum.

No hubo frontalidad en el mensaje porque Sheinbaum se limitó a dejar pasar los señalamientos que, se dice, hacen en contra de Adán López desde los Estados Unidos; esto es, no es su voz la que se escuchó, sino la de un tercero. Rehuyó el choque: le dio esquinazo.

Eso sí: quiso avisar a los grupos de poder que todos son candidatos a rendir cuentas ante una autoridad extranjera si las circunstancias lo exigen, y los reportes vacacionales desde Europa y Asia, ninguno desde los Estados Unidos, permiten ver que el mensaje quedó claro.

No estamos, pues, ante un quinazo fallido. Estamos ante un intento de Sheinbaum por usar lo poco que tiene a la mano para ejercer algo de poder en un contexto muy difícil: un grupo propio muy reducido; un gobierno beligerante en el vecino país del norte; una pandilla de nacos sin autocontención detentando el poder desde hace siete años; y un expresidente de perfil caudillista que no ayuda en cosa alguna, pero estorba en muchas. ¡Qué horrible escenario sin “A”!

CAMPANILLEO

No intentó reafirmarse en el Poder frente a su antecesor: no puede y muy probablemente tampoco quiere.

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