Aunque el período de la Mesa Directiva, que preside Gerardo Ángeles Herrera, concluye el próximo 1 de octubre, ya inició la pugna en torno a la nueva presidencia de este órgano administrativo.
Ángeles Herrera, no descartó la posibilidad de continuar en el cargo, aunque aclaró que la decisión no depende de él, sino del consenso que logren las y los diputados, pero remarcó que no ha habido un planteamiento formal para ello.
“(¿Reelección?) Eso no depende de mí, pero siempre estaré dispuesto a continuar trabajando en el congreso. Creo que hay la experiencia para poder hacerlo y seguir dialogando. Y si las y los diputados, así lo deciden, siempre estoy puesto”, comentó.
Sin embargo, añadió que en caso de que se den las condiciones y la ley lo permita, estaría dispuesto a asumir nuevamente esta responsabilidad. Pero al ser cuestionado sobre la posible inconformidad en otros partidos como Morena, remarcó que estará abierto al diálogo.
Ante estas declaraciones, la diputada del Partido del Trabajo, Claudia Díaz, advirtió que las reformas a la Ley Orgánica de la Legislatura aprobadas en 2024 limitan la continuidad de la actual Mesa Directiva.
Recordó que el artículo 120 de dicha ley establece que la mesa conducirá los trabajos legislativos hasta por seis meses, mientras que cualquier modificación requiere de la mayoría calificada, es decir 17 votos a favor.
“Son las reformas que hoy bloquean lo que Acción Nacional pretende hacer en el abuso del poder de la actual Mesa Directiva”, enfatizó.
En este mismo sentido, el morenista Arturo Maximiliano García, aclaró que no se pueden atender deseos personales, sino lo que dicta la ley, la cual debe cumplir con la pluralidad y género, además de que no debe durar una Mesa Directiva más de 6 meses.
“Morena no apoyaría algo así porque es en contra de la ley, no porque sea algo en contra de algún diputado en particular”.
Precisó y dijo desconocer la razón política para sugerir esta posibilidad.
Cabe recordar que, en días pasados, la bancada de Morena ingresó un documento para expresar pérdida de confianza en la figura de la presidencia de la Mesa Directiva, al considerar que esta representación debe atender a la pluralidad de fuerzas que integran el Poder Legislativo y no solo a una bancada.