Llega otro 15 de septiembre, ya son son 215 desde que se iniciara la lucha por la independencia de nuestro México como nación.
Y hoy, ¿qué independencia celebramos?, ¿somos independientes de quién?, porque yo veo un México subyugado ante los más viles y repugnantes intereses de unos cuantos.
Un México doblado por gobernantes de cuarta, que no solo son ineptos e incapaces, sino que se han coludido, han dado su venia y han entregado el territorio nacional al crimen organizado.
Veo un México completamente arrodillado ante las secuelas y los pandilleros vigentes que dejara un caudillo golpista, incendiario, un tipo resentido y ambicioso que quiso el poder por el poder, por ostentarlo, por venganzas personales, por cobrar todas las que él creía que le debían, por servirse con la cuchara grande, por llenarle los bolsillos a sus allegados y por sepultar un país que ya venía con una turbulencia importante.
Hoy, no existen motivos de celebración, hoy el conquistador es otro: es el crimen organizado, es la dictadura, es la ambición, son un puñado de delincuentes con curules y escaños, con oficinas de gobierno estatales y municipales.
Hoy, esta debería ser nuestra lucha, quitarnos la soga del cuello que nos han impuesto los delincuentes, los de armas y los de oficinas, recordar por qué quisimos existir como nación, recordar nuestra historia y quiénes nos dieron patria, voz y voto. Tener presente por qué luchamos hace doscientos años contra un “enemigo” extranjero, por qué hace ciento cincuenta años peleamos entre hermanos, por diferencias ideológicas, por qué hace cien años iniciamos una revolución que no quería otra cosa que igualdad, oportunidades, justicia, libertad.
Hoy, veo un México en llamas, dividido, polarizado, en cuidados paliativos.
Hoy no hay nada que celebrar. Sí mucha acción por tomar.