Hay palabras que quiebran por dentro. Una de ellas es cáncer.
Cuando una mujer escucha ese diagnóstico, el mundo se detiene. Se detiene el trabajo, los planes, la rutina. Hasta la respiración parece pausarse. De pronto, todo gira en torno a una sola meta: sobrevivir.
Pero nadie te dice cuánto cuesta hacerlo. No solo en dinero, sino en cuerpo, en alma y en la vida que conocías.
Una sesión de quimioterapia puede costar entre 25 y 80 mil pesos, y un tratamiento completo superar los 800 mil. Son cifras frías, pero detrás de cada número hay una mujer contando billetes para comprar esperanza. Familias que venden su coche, organizan rifas o piden préstamos para cubrir cada sesión. Porque en México, aunque existen instituciones públicas, los tratamientos privados —cuando hay urgencia o complicaciones— resultan inalcanzables para la mayoría.
Y, aun así, el costo más alto no se mide en pesos.
El cáncer cobra en miedo. En noches sin dormir. En la vez que miras a tus hijos y finges estar bien para que no noten el temblor en tus manos. Cobra en cada mechón sobre la almohada, en los abrazos que se posponen, en los sueños que se archivan “para después”. Cobra en fragilidad, en cansancio, en esa necesidad de aprender a ser valiente incluso cuando el cuerpo ya no responde.
Pocas veces se habla de lo que pasa alrededor. De las mujeres que pierden su empleo por faltar a citas médicas. De los hogares donde el ingreso baja y las preocupaciones suben. De las parejas que no soportan el peso del miedo.
El cáncer no llega solo: arrastra rutinas, proyectos y estabilidad. Y aun así, cada historia de lucha es también una historia de amor.
Pero no todas las historias tienen que comenzar con un diagnóstico.El cáncer de mama, detectado a tiempo, es curable.
Una mastografía al año, una autoexploración mensual, una visita al médico ante cualquier cambio: tres gestos que pueden marcar la diferencia entre la vida y la pérdida. No es cuestión de suerte, es cuestión de decisión.
La prevención no es un lujo, es un acto de amor propio.Es mirarte con atención, escucharte, regalarte tiempo.Cuidarte no es egoísmo, es amor que se multiplica.
Cuando una mujer se cuida, su familia florece.Cuando una mujer se revisa, su comunidad respira.
Hoy, miles de mujeres en México enfrentan un tratamiento.Pero también miles tenemos la oportunidad de no llegar a esa sala de quimioterapia. Solo hace falta una cita, una revisión, una conversación contigo misma.
Haz tu revisión. Pregunta. Habla. Acompaña.Porque el cáncer cuesta demasiado cuando llega tarde,y la prevención… cuesta casi nada.

