Querétaro

La Navidad que realmente importa

Columnista Laura Aguilar.
Columnista Laura Aguilar. /Cortesía.

En estas fechas, todos volvemos a mirar hacia adentro. Entre luces, compras y planes, hay un susurro que nos recuerda lo esencial: lo que de verdad permanece no son los regalos, sino los abrazos que dimos, las conversaciones que escuchamos y la forma en que hicimos sentir a quienes amamos.

Cada uno carga con su propia historia, sus prisas, sus preocupaciones. Pero cuando llega diciembre, algo en nosotros se suaviza. Nos detenemos un poco más. Miramos con otros ojos a quienes comparten nuestra mesa. Y recordamos que, al final del día, la vida está hecha de momentos sencillos que se convierten en recuerdos profundos.

Porque cuando pensamos en nuestra propia infancia, lo que vuelve no son los objetos.Vuelve la voz de mamá llamándonos.Vuelve el abrazo fuerte de papá cuando el mundo nos quedaba grande.Vuelve la sensación de hogar, de seguridad, de ser vistos.Eso es lo que realmente construyó nuestra historia.

Hoy, como adultos, somos nosotros quienes tejemos esos recuerdos para nuestros hijos, para nuestra pareja, para nuestra familia. No necesitan una Navidad perfecta; necesitan sentir que estamos presentes. Que escuchamos sus alegrías y también sus miedos. Que cuando nos abrazan, respondemos con el mismo corazón con el que ellos buscan refugio.


La magia está ahí: en pausar el ritmo, en mirar a los ojos, en un “te quiero” sin prisa. En compartir una risa espontánea, en cenar sin pantallas, en recordar que lo valioso no cuesta dinero.

Esta Navidad, no te presiones por lo que falta. Agradece lo que está:la vida que te acompaña,las manos que te sostienen,los hijos que aprenden del amor que das,la pareja que camina contigo,las personas que hacen tu mundo más amable.

Que diciembre nos recuerde que el mejor regalo somos nosotros cuando estamos presentes, disponibles y conscientes. Que lo que dejamos en el corazón de quienes amamos es el verdadero legado: la sensación de haber tenido una familia que escuchaba, que abrazaba y que intentaba, cada día, hacerlo lo mejor posible.

Porque cuando nuestros hijos crezcan y miren hacia atrás, no recordarán lo que recibieron bajo el árbol.Recordarán cómo se sintieron a nuestro lado.

Y ese, sin duda, es el regalo que dura para siempre.

       

Tags

     

Lo Último