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A los 64 años cursa la primaria

Rosita ya conoce el abecedario y aunque dice que le cuesta trabajo “juntar las letras”, no va a dejar sus estudios

Si la historia pudiera ser distinta: “Me hubiera gustado poder estudiar de niña, de hecho cuando tenía 8 años pensaba ser doctora pero ni al kínder fui. Mis papás no me mandaron a la escuela, me pusieron a trabajar cuidando a los animales, había mucha necesidad en casa. Mi papá era peón en el campo, me acuerdo que vivíamos de fiado.

Un analfabeta es la persona que no sabe leer ni escribir, aunque en México la educación a nivel básico es obligatoria muchos niños y jóvenes, por diversas razones, no asisten a la escuela.

Rosa María Sánchez Cirilo festejó este 5 de septiembre su cumpleaños número 64, lo hizo aprendiendo “a juntar las letras, haciendo planas de pa, pe, pi, po, pu”, porque ya va en tercer año de primaria. Ese ha sido su mejor regalo.

Originaria de Riollos Buenavista en San Felipe del Progeso, Estado de México; a los 12 años sin estudios ni más opción que el trabajo en casas, Rosita, como le dicen sus amigas, vino a Ciudad de México. Se casó y tuvo cuatro hijos.

Luego de poco más de cuarenta años como empleada doméstica, ya con nietos, separada del esposo, enferma y sin trabajo, Rosita dijo: ¡Ahora sí, llueva, truene o relanpaguié yo me voy a mis clases! ¡Voy a aprender a leer y escribir!”, Rosita dice que “sí hace falta” sobre todo “para uno solo poder hacer sus cosas”.

El Inegi reportó en 2015 que el 5.5% de la población en México es analfabeta, lo que equivale a 4 millones 749 mil 057 personas que no saben leer ni escribir.

Rosa dejó de trabajar por una bronconeumonía, surtir sus recetas  y entender las notas del médico son su necesidad diaria: “yo luego iba al Centro de Salud y me decían que llenara la receta y firma para que me dieran mi medicina, todo parece muy complicado, yo no sé escribir ni leer. Veía que otros pasaban y como si yo no estuviera, me humillaban, me ignoraban”.

En la Encuesta Intercensal 2015, el Inegi reportó que en México 4 de cada 100 hombres y 6 de cada 100 mujeres de 15 años y más no saben leer ni escribir.

Luego de varios meses de clases, Rosita ya conoce el abecedario y aunque dice que le cuesta trabajo “juntar las letras y da pena leer frente a otros” no va a dejar sus estudios, quiere terminar la primaria y quizá luego cursar la secundaria.

Se siente contenta: “Yo veo que la gente ahora todo lo maneja en internet, en la computadora, en la tablet  y todo eso que yo ni sé y me gustaría aprenderlo; yo quiero hasta poder usar celular y mandar mensajes”.

En nuestro país el mayor porcentaje de población analfabeta se encuentra entre la población de 65 años y más, acentuándose en las mujeres con 26%.

Rosa esta convencida de que “la edad no importa siempre y cuando uno quiera aprender”, ella recuerda haber tenido el año pasado a una compañera de 80 años que ingresó sin conocer las vocales y luego de unos meses sabía leer y escribir.

“Yo le diría a la gente que se anime, a quien no terminó por una u otra cosa que venga, para valerse por si mismo, para defenderse ante la vida”, afirma Rosita.

“Ahorita he avanzado poco a poquito, me siento contenta y más segura de hacer mis cosas, pero el día que acabe y sepa escribir y leer de corridito no se qué va a pasar, ¡seguirto lloro de la alegría!”, afirma Rosa Sánchez.

Rosita asiste a clases de lunes a viernes, en horario flexible de 10:00 a 17:00 horas, en el Centro Social cercano a su casa. Su curso es parte de las opciones que, para personas de 15 años o más de edad, ofrece el INEA en sus cuatro niveles: Inicial, para quienes no leen ni escriben; intermedio, para quienes conocen el abecedario y tienen noción de lectura; avanzado, para quienes desean concluir primaria o secundaria.

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