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Se tatúan constancia de peregrinaje a Tierra Santa

Cristianos ortodoxos que visitan Tierra Santa a menudo regresan a casa con algo más que recuerdos espirituales.

Muchos visitan una tienda de tatuajes establecida hace siglos en la Ciudad Vieja de Jerusalén para obtener un recuerdo permanente no sólo de su peregrinación, sino también de la devoción a su fe.

Una familia de Jerusalén ha tatuado a los peregrinos con cruces y otros símbolos religiosos por cientos de años, testimonio de la importancia del antiguo ritual.

Mientras que los católicos pueden obtener un certificado por escrito de su peregrinación a Jerusalén, los cristianos ortodoxos optan por un tatuaje, un recordatorio permanente de su visita.

En contraste con las bulliciosas calles de la Ciudad Vieja, la tienda de tatuajes de la familia Razzouk es tranquila, y sólo se escucha el movimiento de la aguja eléctrica marcando el brazo del peregrino.

Los peregrinos dicen que el dolor de la aguja vale el sacrificio.

“El dolor que siento es como el dolor que Jesucristo sintió cuando estaba en la cruz con la corona de espinas”, dijo Etetu Legesse, una enfermera de Etiopía mientras le tatuaban una escena que representa la crucifixión en su tríceps.

Anton Razzouk, el patriarca de la familia, de 72 años de edad, dice que el negocio familiar se remonta a un antepasado copto que viajó en camello y burro de Egipto a Jerusalén para una peregrinación hace unos 300 años y decidió quedarse.

Actualmente, el negocio de Razzouk es la tienda de tatuajes más antigua de la Ciudad Vieja que atiende a turistas cristianos. Razzouk dice que hasta los años 50 del siglo pasado, el negocio de su padre no tenía competencia, puesto que era el único en la Ciudad Vieja, aunque ahora tiene un puñado de competidores.

Razzouk dijo que su padre, Jacob, tatuó al emperador etíope Haile Selassie durante una peregrinación a Jerusalén, así como a cientos de efectivos de las fuerzas aliadas estacionados en la región durante la Segunda Guerra Mundial. Explicó que las marcas recuerdan a los fieles no pecar.

“Un tatuaje en la mano es el mejor certificado de peregrinación, ya que se queda allí para siempre. Se queda hasta que la persona muere. Se queda con él hasta la tumba”, dijo Razzouk.

Mientras que el judaísmo y el Islam prohíben marcar el cuerpo, para las confesiones cristianas ortodoxas como los armenios, los sirios, los coptos y los etíopes, los tatuajes son a la vez decorativos y un signo de fe. El catolicismo romano no prohíbe los tatuajes, pero la práctica no es tan común.

Razzouk dice que tatúa entre 300 y 400 peregrinos cada año. Su servicio es tan popular que a menudo la familia va a los hoteles cercanos a tatuar a los viajeros.

Los diseños incluyen cruces de diferentes formas, así como motivos complejos de la Virgen María y la crucifixión. Los tatuajes cuestan entre 20 y 100 dólares, de acuerdo con su grado de complejidad. 

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