El fin de año y el inicio de uno nuevo es una época en la que abundan los regalos entre familiares, amigos, compañeros de trabajo y más. Y uno de los elementos más regalados suelen ser los perfumes, aunque no todas las personas reaccionan de la misma manera a sus olores.
“Aunque hay olores que casi todo el mundo considera desagradables (como la comida podrida), nuestras reacciones a otros tipos de olores pueden ser mucho más personales”, explica Amanda Ellison, catedrática de Neurociencia de la Universidad de Durham, Inglaterra.
La neurocientífica explica que existen muchas razones por las que las personas pueden tener una reacción física a los olores fuertes, un campo poco estudiado y para el que la ciencia aún no encuentra manera de aliviarlo, pero en el que se han hecho grandes avances.
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Una de las principales razones son las emociones. “De todos nuestros sentidos, sólo el olfato tiene una línea directa con nuestro sistema emocional. Se cree que este vínculo se debe a que el olfato fue el primero de todos nuestros sentidos en evolucionar”, comenta Ellison. “Esto significa que no sólo percibimos el olor en función de los olores químicos que se nos presentan, sino junto con todos nuestros recuerdos de ese olor, incluida la forma en que nos hace sentir, nuestros recuerdos del pasado y cómo nos sentimos en la actualidad”.
Es por eso que puede haber una reacción a olores asociados a recuerdos negativos, como productos de limpieza de un hospital, o el perfume de alguna persona.
“Una bocanada puede hacer que todas esas emociones negativas vuelvan a nosotros, llevando a nuestro cuerpo a generar una respuesta de estrés de lucha o huida y uno de los primeros cambios en ese estado es la tensión en la zona de la cabeza y el cuello. Esto se debe a una vasodilatación (ensanchamiento de los vasos sanguíneos) que permite desviar más sangre al cerebro y a las partes del cuerpo que la necesitan”, añade Ellison.
La forma en que los seres humanos respondemos emocionalmente a determinados olores es muy personal y se basa en un sinfín de experiencias.
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Otra razón de por qué los perfumes causan dolor de cabeza podrían ser las molestias sinusales. “Las sustancias químicas que activan las señales olfativas en nuestro cerebro (llamadas odorantes) a veces pueden irritar nuestros senos paranasales. El humo, el perfume y el cloro son algunos de los odorantes más comunes que causan irritación”, comenta la especialista.
“Algunos olores pueden actuar directamente sobre la vía nerviosa que transmite las señales sensoriales al cerebro: la vía del trigémino, que recoge todas las señales sensoriales de la cabeza y las transporta a través de las células nerviosas hasta el cerebro para su procesamiento. Esto también puede provocar dolor de cabeza. Se sabe que los olores químicos como el formaldehído, ciertos productos de limpieza y el humo del cigarrillo actúan directamente sobre la vía del trigémino”, añade.
Finalmente, otra razón es la osmofobia, que se define como intolerancia a los olores. “Aunque es poco frecuente, las personas que sufren dolores de cabeza crónicos también suelen padecer osmofobia”, dice la especialista en el sitio especializado The Conversation.
Por lo tanto, existe una relación directa entre la migraña y la osmofobia. “Algunas investigaciones han demostrado incluso que la exposición a olores fuertes durante dos horas o más puede desencadenar una migraña en alrededor del 20% de los migrañosos. El humo del tabaco, los perfumes, los gases de escape de los coches y los productos de limpieza son algunos de los olores desencadenantes más comunes”, comenta Ellison. .
3 PREGUNTAS CON
Amanda Ellison, catedrática de Neurociencia de la Universidad de Durham, Inglaterra.
Su más reciente libro es Splitting: The inside story of headaches (La división: La historia interior de los dolores de cabeza)
Háblenos un poco más de la relación entre el olfato y el sistema emocional. ¿En qué sectores se aplica o podría aplicarse mejor?
La manipulación del vínculo entre el olfato y el sistema emocional es frecuente en el marketing. Por ejemplo, cuando se liberó el olor del pan horneado en un supermercado estadounidense, ¡las ventas en la panadería se triplicaron!
El comercio minorista utiliza constantemente el marketing olfativo como “vallas publicitarias aromáticas” para que interactuemos con sus productos.
¿Puede la industria cosmética aplicar estos descubrimientos para cambiar las fórmulas de sus productos?
Como sabemos, la industria cosmética, y no menos la perfumera, debe garantizar que sus productos no sean nocivos. Con ello pueden conseguirlo para la mayoría de las personas la mayor parte del tiempo. Sin embargo, la sensibilidad humana es un blanco móvil.
Si tomamos una instantánea de un ser humano en un momento dado y pensamos en las influencias sobre su sensibilidad, como el medio ambiente, otros factores estresantes sobre su sistema respiratorio, aversiones, medicamentos y muchos más factores que pueden afectar a la sensibilidad, obtenemos una imagen mucho más compleja.
¿Cuáles son los próximos pasos de su investigación en este campo?
Comprender estas influencias desde múltiples ángulos e integrarlas en un enfoque centrado en la persona es la clave de nuestra salud y bienestar en general, y también es importante en la osmofobia. La gente necesita entender sus interacciones en el mundo y cómo afectan a su salud.
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