A más de cuatro años de la captura de José Antonio Yépez Ortiz, alias “El Marro”, el Cártel de Santa Rosa de Lima continúa operando en Guanajuato bajo una lógica que las autoridades describen como una especie de negocio delictivo familiar heredado.
El secretario de Seguridad del Estado explicó que la organización mantiene su control en ciertas zonas del corredor industrial gracias a la participación de familiares del antiguo líder, quienes han asumido la dirección de células más pequeñas dedicadas al robo de combustible, la extorsión y el narcomenudeo.

“El Cártel de Santa Rosa, lo que tiene, es que opera entre familiares, y hay seguimiento de los familiares de El Marro, este sujeto detenido. Si bien hay una pugna con otro cártel, pero ya no lo vemos como pugnas entre ellos sino entre células de cárteles ya disminuidos”, indicó el funcionario.
Cártel de Santa Rosa fragmentado
La declaración refleja que, aunque el grupo perdió su poder central tras la detención de su fundador en 2020, no ha desaparecido del todo. En lugar de una gran estructura, lo que prevalece son células fragmentadas que operan con autonomía, pero mantienen vínculos de parentesco y control territorial.
El Cártel de Santa Rosa de Lima surgió en el municipio de Villagrán y fue identificado inicialmente como una organización dedicada al huachicol, extendiendo después su influencia a otros delitos. Su permanencia, según especialistas, demuestra cómo la delincuencia organizada puede adaptarse y perpetuarse a través de redes familiares, dificultando su erradicación definitiva en Guanajuato.