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Si piensas que todos son malos conductores menos tú, probablemente manejas muy mal

Hay personas que dicen ser muy buenas al volante, pero misteriosamente todo les pasa

Si hay un pecado en la sociedad moderna es ser mal conductor. Literal, puede llegar a ser un insulto el que alguien te diga que manejas mal. Sin embargo, esto crea una disyuntiva: si tú eres bueno, entonces seguramente considerarás que todos los demás conductores son pésimos.

Pero esos conductores «pésimos» opinan lo mismo de ti. Al final, muchos terminan siendo incompetentes y te diremos por qué.

conductores

¿Qué es ser un buen conductor?

Pondremos la vara muy alta en este punto. Quien merece realmente llevarse el título debe de cumplir con una serie de características.

Si bien tiene que ser ágil, ser un piloto capacitado y reaccionar hábilmente, ante todo, domina el manejo a la defensiva. Es decir, sabe de antemano prevenir cualquier tipo de incidente.

Sin embargo, algo aún más importante, es que sabe respetar los límites de velocidad, conduce suave, cuida su auto y hasta ahorra gasolina en su manejo.

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Este tipo de personas pocas veces se molestan por la incompetencia de los demás porque sabe que no está a su merced.

Es decir, confía en su forma segura de conducir para que los errores ajenos le afecten lo menos posible.

Esto no quiere decir que no surjan cosas. Sin embargo, cuando esto suceda, será evidente.

Dicho lo anterior, quien se queja diez veces cada media hora podría hablarnos de un conductor nervioso o ansioso.

Ya sea que pase mucho tiempo en el auto al día, esté cansado o siempre esté deprisa, su manejo no es asertivo.

Para ser un buen conductor, tienes que ser asertivo y mantener a calma.

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Cómo detectar a un mal conductor que dice ser bueno

Hay accidentes que realmente son desafortunados y la víctima no tuvo culpa de ello, sino la falta de pericia y decisión del otro.

¿Por ejemplo? Un auto que rebasa en curva. O un automovilista que no sabe rebasar en una carretera de doble sentido. O qué tal un camión que conduce a altas velocidades y le fallan los frenos.

Sin embargo, si un automovilista se queja del manejo de los demás, pero sospechosamente tiene incidentes viales, seguramente no se ha dado cuenta o no quiere aceptar lo que en realidad está haciendo mal.

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¿Es tu caso? Seguramente, has estado en alguna de las siguientes situaciones:

Lo que dices que pasó: Un auto en el carril de baja se le cerró al del carril central, y éste se te cerró.

Realidad: Estabas presionando al de enfrente para que se quitara del camino porque manejaba muy lento.

Lo que dices que pasó: El de adelante se te cerró.

Realidad: Ni lo viste venir porque estabas distraído.

Lo que dices que pasó: El «otro» no te vio y te pegó.

Realidad: Quizá no te vio… pero tú tampoco.

peatón

Lo que dices que pasó: El peatón se atravesó de último minuto.

Realidad: Por ir rápido no lo viste y hasta te volaste el tope.

Lo que dices que pasó: El de enfrente no sabe manejar y se frenó.

Realidad: Conduces rápido y tú no alcanzaste a frenar.

Lo que dices que pasó: Sospechas que el otro estaba hablando por celular o estaba dormido.

Realidad: Tú estabas viendo el celular.

Lo que dices que pasó: Por evitar caer en un bache, preferiste pegarle a la banqueta.

Realidad: Estabas viendo el navegador.

¿Conoces a alguien así?

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