Razones por las que no te gusta prestar tu auto (aunque los otros se enojen)

Nunca falta el hermano, amigo o primo que te pide prestado tu auto. Sin embargo, es más de tus posibilidades y siempre dices no.

Nunca falta el hermano, amigo o primo que te pide prestado tu auto. Sin embargo, es más de tus posibilidades y siempre dices que no. (O casi siempre).

Incluso, ya tienes esa reputación y hasta tu familia lo sabe: «para qué se lo pides, si ya sabes que es súper envidioso y nunca lo presta«.

Así es. Tu reputación ha sido manchada y, cuando se trata de tu auto, te etiquetan como sangrón.

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Sin embargo, aunque has tratado de explicarles por qué no lo prestas, no has encontrado palabras que los haga comprender.

Pues bien, si es tu caso, o el de alguien cercano, aquí te compartimos los sencillos motivos por los que no es fácil tomar esa decisión.

1. Sólo tú sabes cómo lo cuidas


¿Cuál es el coche que corre más rápido en terracería? El ajeno. En pocas palabras, cada quien sabe cómo trata su coche, cómo lo cuida, lo que invierte, la forma en que conduce para tenerlo en perfectas condiciones.

Desgraciadamente, hay muchas personas que se aprovechan de que no es su auto para ir, venir, gastar, acelerar y hacer un uso poco considerado con él.

Todos conocemos a alguien que destroza los autos que maneja. Los «desbiela», se acaba los frenos, el clutch o forza mucho el motor.

2. Conoces los ruidos de tu auto

Cuando no prestas tu auto, es porque sabes que cuidas los niveles de aceite, el no llegar a la reserva de gasolina y más importante aún: conoces los ruidos de tu auto.

Puedes detectar cuando algo está mal. Para otra persona, esto puede pasar desapercibido.


3. El seguro del auto

Prestas tu auto. Hay un accidente. Nadie sale herido, pero tu auto queda muy dañado.

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El otro automovilista no tiene seguro. No importa de quién haya sido la culpa, al final, si el auto es tuyo, termina siendo un gran problema para ti que tendrás que arreglar.

4. No todos quieren hacerse responsables de pagar un buen servicio si algo sale mal

Así lo demuestra la siguiente anécdota acerca de un conductor de un servicio de taxi.

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«Iba en un servicio de taxi, cuando suena el teléfono del conductor. Era otro compañero de la misma flotilla.

Una vez más, se había quedado parado. Quería que él fuera al rescate, pero no era la primera vez.

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El conductor me platica que el chico maneja muy mal. Continuamente lo choca o le ocasiona alguna falla mecánica.

¿El motivo? El conductor sencillamente respondió: porque no es su auto.

El dueño de los autos es quien termina pagando porque el empleado siempre dice que no tiene dinero y evita hacerse responsable.

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Peor aún, en secreto, lo lleva a arreglar con un amigo mecánico que se lo ha tranzado una y otra vez. Sin embargo, esto parece no preocuparle.

Al final, no es su auto y no es él quien paga los gastos

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Por supuesto que hay quienes son mucho más cuidadosos. Por ello, en gran medida, el rotundo «no» también dependerá de quién lo está pidiendo.

¿Qué opinas?

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