Triste realidad. Decidiste cambiar de auto, pero no dijiste nada porque querías darle la sorpresa a tu familia, a tus amigos y, especialmente, a tu pareja.
Te sentiste muy tentado de preguntarles su opinión. Al final, muy en el fondo, sí te importa lo que opinan. Sin embargo, preferiste seguir tus instintos para que nadie influyera en tu decisión.
Aunque no podías contener tu alegría interna, preferiste no decir nada.

En momentos te dedicaste a echarle indirectas a tu pareja para saber su opinión con respecto a ciertos autos. Sin embargo, no te querías ver muy obvio.
Fue una decisión difícil, pues tuviste que pensar en todo: el costo del automóvil, el financiamiento y el uso que le darían. Cuando por fin te decidiste, saliste nervioso de la agencia y emocionado por enseñárselo a todos.
En realidad, la opinión de tu familia no era tan relevante como la de tu pareja. Por alguna extraña razón, te importa mucho lo que opine.

Su inesperada reacción
Casual, van a salir al cine y ahí está el auto, reluciente, nunca antes visto.
Expectativa (cómo imaginabas el momento en tu cabeza):
Pareja: ¿Y ese auto mi amor?
Tú: Es mío.
Pareja: No, ¿en serio? ¡No te creo!
Tú: En serio, es de los dos…
Pareja: Wowww, ¡no lo puedo creer! ¡Está increíble! (Un abrazo muy grande y afectuoso)
Sin embargo, el destino decidió desilusionarte y arruinar un bello momento que habías imaginado una y otra vez, reemplazándolo con esto.

Realidad:
Pareja: ¿Y ese auto mi amor?
Tú: Es mío.
Pareja: No, no es cierto.
Tú: En serio, es de los dos…
Pareja: Jajaja, ¿desde cuándo te gusta esa marca?
Tú: ¿Por qué lo dices? ¿No te gustó?
Pareja: No es eso, está bonito.
Tú: No te gustó…
Pareja: Sí me gustó, sólo que cuando hablábamos qué autos nos gustaban, nunca mencionaste ése. Además también el color me sacó un poco de onda.
Tú: ¿Ahora el color? Ya olvídalo, yo estoy contento con el auto que compré y eso es lo que importa.
Pareja: Claro, tú cómprate el que quieras, está bien.
Se suben al auto y se cruza un silencio incómodo.
Tú: ¿Qué es lo que no te gustó del auto?
Pareja: Ya te dije. Simplemente si ya te iba s a aventar el comprar un auto nuevo y lo vamos a tener por un buen rato, igual y me hubieras preguntado para comprar uno que nos gustara a los dos. Aparte, este modelo no sabía que te gustara.
Tú: ¿Quién dice? ¡A mí me gusta!
Pareja: Ok, está bien, ¡ya! Asunto cerrado.

¿Debería importarte?
Si tomaste la decisión de no considerar la opinión de tu pareja en el proceso de compra es porque quizá, en el fondo, sabías que tu pareja iba a influir en tu decisión.
Si es el auto es únicamente para ti, no debería importarte. Era parte del riesgo y lo tomaste. ¡Igual te habrías arrepentido si hubieras terminado con un auto que no iba contigo!
Ahora, si el auto es para los dos, lamentamos informarte que eso… es otra historia.
¿Te ha pasado?