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¿Nos podríamos imaginar viviendo dentro de una serpiente? El arquitecto Javier Senosiain no sólo logró hacer de este animal terrestre un lugar para habitar, sino, también, una obra de arte habitable. La maravillosa bioarquitectura de este complejo habitacional en forma de serpiente cautiva los sentidos de quien la visita y, aún más, de quien vive en ella, ya que ahí se percibe una armonía entre el hombre, sus necesidades y su ambiente natural.
El Hábitat Orgánico del arquitecto Javier Senosiain, Nido de Quetzalcóatl, está construido con ferrocemento. Una estructura formada por una malla interior de acero a la que se recubre después con cemento, lo que permite dar a la construcción un tratamiento casi escultórico. Todo ello sin despreciar en absoluto las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías constructivas en cuanto a la obtención de confort en el espacio habitable.
En este sentido, la obra de Senosiain puede enmarcarse dentro de los principios generales de la arquitectura orgánica, relacionándola con los planteamientos de Frank Lloyd Wright. Por otra parte, el tratamiento que da a la epidermis de muchas de sus edificios, la búsqueda constante de la sorpresa y la apelación a la imaginación, el amplio repertorio de formas y el empleo habitual de las línea curva conectan también las obras de este artista mexicano con las que realizase en España Antonio Gaudí a comienzos del siglo XX.
Esta obra arquitectónica se encuentra ubicada en el fraccionamiento Paseos del Bosque en Ciudad Satélite, Estado de México.
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