En época de fin de año, suele confundirse la depresión, una afección aguada y de larga duración, con la nostalgia, relacionada con los estados de ánimo generados por el balance de la vida personal, indica una especialista del Instituto Politécnico Nacional.
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Katia Rodríguez González, especialista en psicología del Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud (CICS) Unidad Santo Tomás, señala que es importante separar estos dos términos para atender de mejor forma el problema.
Por una parte, destaca la especialista, la melancolía o nostalgia en época decembrina se debe al balance que generalmente se realiza a fin de año sobre las metas alcanzadas, los objetivos inacabados, las pérdidas y los éxitos.
La depresión, en cambio, señala Rodríguez González, es multifactorial y puede deberse a factores genéticos, sociales, culturales y personales.
“Quienes han sufrido pérdidas familiares, económicas o laborales, experimentan sentimientos de melancolía, pero aquellos que en esta época desarrollan cuadros de estados depresivos es porque generalmente tienen antecedentes previos de esta afección y por algún motivo se agudizan”, precisó la especialista.
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Para atender los sentimientos de nostalgia, afortunadamente en México existe una cultura colectiva familiar, coloquialmente llamada familia muégano, que se podría aprovechar para brindar apoyo a quien lo necesite, pero si hay antecedentes de depresión es importante buscar apoyo profesional con algún psicólogo o psiquiatra para evitar que los sentimientos de tristeza se agudicen, advierte Rodríguez González.
Por otro lado, explicó la psicóloga, en países cuya latitud genera menor tiempo de luz solar en el día, lo cual a su vez influye en los ritmos circadianos (cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario y responden principalmente a la alternancia de luz y oscuridad del día y la noche), existe la posibilidad de que se presente el Trastorno Afectivo Estacional (SAD por sus siglas en inglés) o depresión invernal.
El trastorno se caracteriza por la modificación del apetito (y por lo tanto aumento de peso), desesperanza, alteraciones en el sueño, tristeza e irritabilidad, pérdida de interés en las actividades cotidianas y menor energía, pero no tiene relación con la nostalgia que presentan algunas personas en fin de año.
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