Muchos podemos criticar el precio por el cual compramos un café en los establecimientos de origen norteamericano en los que varios de nosotros somos clientes frecuentes.
Otros critican la forma en que nos hacen pedir dicho aromático bajo denominaciones ajenas a nuestro lenguaje como alto en vez de chico, del día en vez de americano o con leche light en vez de leche ligera. Lo que es cierto es que gracias a esa forma de hacernos pedir el café, nos han educado como clientes y hasta nos hacen sentir más sofisticados.
Ya ni se diga los que agregan sabores como chai, soya y de tamaño venti por mencionar algunos. Es un hecho que los amigos de Starbucks hacen un gran negocio metiéndole un toque de valor agregado a una bebida que por tradición se bebe en México desde hace cientos de años.
En referencia a esto mismo, podemos pensar en la industria automotriz y lo que ha sucedido en el glamour de la nomenclatura. Antes, en la etapa romántica de los automóviles, decir que tenías un Super Bee o un Alpine era saber exactamente el coche que se poseía.
Este mismo fenómeno, bien rescatado por Volks-wagen con su Jetta, Bora, Polo o Vento se ha ido perdiendo en las marcas de lujo que han preferido siglas que evocan los propulsores, pero que distan mucho de enamorar a los clientes.
Por ejemplo, pedir un Mercedes-Benz Clase C, significaría decir que tengo un C350 o en el caso de BMW un Serie 1 135i. ¿Qué pasaría si a estos coches les pusieran un nombre más sensual? ¿A usted le molestaría? Creo que no.
Creo que el mismo caso sería para que en vez de un Volvo S40, usted pudiera decir tengo un Volvo Columbia o, bien, un Mercedes-Benz Eclectic por decir algo.
A mí, en lo particular, hoy me resulta complicado ir a otro establecimiento diferente al Starbucks para pedir el café como ellos me han hecho que descubra que me gusta. Yo antes no tomaba leche de soya, hoy no puedo tomar mi café sin ella.
Es curioso como, poco a poco, un procedimiento de ventas puede llegar a educar a un cliente. Asimismo, me encantaría que los paquetes de servicio automotriz tuvieran un poco más de imaginación.
Llevar el coche al servicio es sumamente aburrido, pero qué pasaría si al entrar a la distribuidora usted descubre que el paquete de cambio de aceite y filtros, en vez de llamarse así, se llamara car booster y el paquete de afinación se llamara care plus.
A mí me llamaría más la atención y quizás disminuiría ese ingrediente tedioso y molesto que es llevar el coche al servicio.
En fin, las ventas son una educación, tanto para el vendedor como para el cliente, así que piense si puede quitarle lo aburrido a su negocio con algo más emocional para su cliente y luego invíteme un doble alto soya latte para compartirme sus experiencias desde el asiento trasero.
Lo positivo
Quitarle lo aburrido a un negocio.
Lo negativo
Hay poca preocupación por ser glamuroso.