Hasta la quinta película de la saga de Harry Potter, la menudita colorina Bonnie Wright tenía una participación tibia: escenas pequeñas, líneas de diálogo sueltas y cuando el viento estaba a su favor, apariciones en primer plano sin mucho protagonismo, pero siempre mirando al brujo con cara de niña admiradora. Pero en la sexta película, Harry Potter y el misterio del príncipe, su personaje se ve más grandecito y llega a incursionar con el hechicero cuatro ojos. Ese beso es el comienzo de un idilio que seguirá hasta la octava y última película, “Harry Potter y las reliquias de la muerte”, estrenada esta semana a nivel mundial.
En la saga más millonaria en la historia del cine (con recaudaciones superiores a 6 mil millones de dólares), Bonnie hace el papel de Ginny Weasley, hermana de Ron, el mejor amigo de Potter. Lo curioso es que detrás de este tejido de personajes irreales y novelados se escondió, o mejor dicho germinó el llamado “verdadero amor”: la pecosa Bonnie Wright en vez de escoger como novio de la vida real a Daniel Radcliffe, Harry Potter, se quedó con el actor Jamie Campell Bower, quien en la penúltima película personificó brevemente al maléfico mago Gellert Grindelwald. Sin embargo, el artista es más conocido como el vampiro Caius en la taquillera Crepúsculo: Luna Nueva.
En la revista OK Magazine, Bonnie, quien ya tiene 19 años, reconoció la relación con su colega de 21. “Estoy muy feliz. Es un tiempo maravilloso”, declaró. Los juegos de palabras por el idilio prendieron al tiro: el nacimiento del amor entre las hechiceras y los vampiros.
La pareja “desnudó” su relación en febrero, cuando se dejaron ver haciéndose mutuos arrumacos y tomados de la mano en una entrega de premios en Londres.
Tan fulminante ha sido el amor que según fuentes no identificadas ellos ya están pensando en casarse.