Ilusión Nacional, la reseña
La selección mexicana echándole porras al Señor Presidente Carlos Salinas de Gortari o la cándida preparación de ‘Chava’ Reyes y compañía rumbo a Chile 62 son algunas de las joyas de archivo que podrán ver en Ilusión Nacional, la cinta más reciente de Olallo Rubio.
No es una película pesimista como esperaba antes de verla. Si bien se burla de manera irónica de algunos episodios de la selección mexicana a lo largo de su historia (sin olvidar a periodistas y políticos) no es una película de denuncia ni cae en el otro extremo -motivacional- como el del documental Oro.
Con un formato similar al del documental Senna (voz en off más ricas imágenes de archivo y sin entrevistas), la película recorre cronológicamente las peripecias de la selección nacional pero también nos deja un mensaje de esperanza, a partir de los logros alcanzados por selecciones menores recientemente. Por ello, la tesis de la cinta es que para tener un día de gloria hay que pasar por tristezas.
La película va de menos a más. Hay que aclarar que no sólo aborda el tema de la selección mexicana sino también habla del Maracanazo y de otras historias emotivas de las Copas del Mundo. Durante la proyección en los cines seguramente escucharán expresiones del público como tssss, ahhh, y lamentos al ver escenas como el gol de Maxi Rodríguez en 2006. Si bien muchas escenas como estas ya han sido vistas en numerosas veces por el público futbolero, la diferencia es que ahora podrán verlas con lenguaje cinematográfico.
Resulta atinado el nombre de Ilusión Nacional y no Desilusión Nacional; quizás este último habría sido un título adecuado hace 40 años cuando la selección iba de paseo a los Mundiales pero no ahora. Este 4 de abril se estrena en los cines y notarán una gran emotividad a lo largo de 100 minutos de escenas melodramáticas, épicas y cómicas, algunas de estas últimas protagonizadas por Vicente Fox.
“EL OBJETIVO NO ERA DENUNCIAR”
El director Olallo Rubio, comentó al término de la proyección de su película en la Universidad Iberoamericana que la intención era realizar un viaje histórico pensado para el público masivo, no así denunciar mafias en el futbol.
“No es una película de denuncia porque la FIFA no nos hubiera dado una sola imagen. Sí se habla del lado oscuro del futbol pero lo celebra”, dijo Olallo.
Por otra parte, mencionó que la película costó 900 mil dólares debido al precio de las imágenes. Para ello, José María Yazpik, productor ejecutivo, fue quien le ayudó a conseguir el dinero.
“Los derechos de las imágenes de archivo son un negocio, por eso costó 900 mil dólares”, y contó que fue más difícil negociar una escena captada por un aficionado vietnamita durante el festejo de México en Londres 2012 que con otras entidades.
En tono de broma, Olallo mencionó que “un loco” le metió 650 mil pesos antes de comenzar la película, para la cual buscó inversionistas presentando imágenes de muestra.
Aunque Rubio aceptó no ser un aficionado al futbol desde niño, el hoy fanático de Xolos de Tijuana supo realizar un buen documental que además de ser emotivo da para pensar varios aspectos simbólicos del futbol.
Este es el tráiler: