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De México recuerdo Ciudad Neza: Denzel Washington

El justiciero era un serial de televisión ochentero de modesto éxito con la audiencia en donde un enigmático británico se convertía en adalid de los desvalidos e indefensos una vez que caía la noche. Casi 30 años después, el concepto tiene una reinvención en manos de Antoine Fuqua y Denzel Washington trasladando al citadino paladín al mundo contemporáneo.

“Probablemente hoy en día exista una necesidad para escapar un par de horas de la realidad, ¿me comprendes? Estamos siendo bombardeados con tal negatividad que nos hace sentir endebles ante la realidad, probablemente ésta no sea un situación insólita para la humanidad, sin embargo, las redes sociales y la Internet provocan que la información llegue mucho más veloz a todo el mundo”, nos dice Washington en una entrevista realizada en París, Francia sobre el efecto que tiene esta historia en los espectadores.

En la edición pasada del Festival de Cine de Toronto y pese a las críticas recibidas por incluir un título como El justiciero en su programación, la película se convirtió en un imprevisto catártico donde críticos y asistentes vitorearon las andanzas de Robert McCall, ese aparente hombre discreto que se transforma en una poderosa arma letal una vez que toma la decisión de resguardar la vida de quienes le rodean.“Creo que el público se identifica con el personaje invariablemente porque es alguien común y corriente, no es un superhéroe. Estamos acostumbrados a que Hollywood nos invada con adaptaciones de cómics y de repente llegan estos personajes de carne y hueso que se pueden convertir en vigilantes de los desprotegidos” agrega Washington al tratar de delinear el vínculo afín que se crea entre el público y el personaje central del relato.

Finalmente tuvimos la oportunidad de preguntarle a Denzel sobre esos recuerdos que derivan de la experiencia de rodar Man on fire en la Ciudad de México.

“Recuerdo perfectamente Ciudad Neza, los restaurantes Los Arcos, los federales, niños en los semáforos realizando distintas actividades, los museos, no sabía que existía una colonia tan grande de judíos en la Ciudad de México, desconocía que había tanta riqueza en colonias como Polanco, son cosas que desconocía por completo. Pero lo que más rememoro es la comida que vendían en las esquinas, ¡Dios! era una delicia, mucho mejor que la que nos preparaba la producción de la película”, nos comenta el histrión, quien también recordó haber rodado en la ciudad de Puebla, lugar que considera uno de los más bellos que haya visitado alguna vez, finaliza el actor.

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