Con un enmarañado sistema, cimentado en la necesidad de las chicas y una legislatura llena de lagunas, la capital vio crecer zonas de prostitución, cada una con su propia naturaleza mercantil, humor y lógica, pero todas con el sello distintivo de una sociedad machista.
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La avenida James Sullivan es el único corredor sexual que cuenta con elementos de la Secretaría de Seguridad resguardando a las chicas. En ambos accesos de la vialidad, hay agentes dispuestos, unos incluso conviven con ellas como vecinos cualquiera, con bromas, saludos e infinidad de “que le vaya bien señorita”.
Las chicas, casi todas veinteañeras y adolescentes que no pueden ocultar la inocencia de sus rostros con maquillaje, cobran 650 por media hora con hotel incluido. Todas sin excepción, está vigiladas por un sujeto que desde atrás las mira, mientras espera la llegada de un cliente para trasladarlas él mismo al hotel de confianza, en su caso son los dispuestos alrededor del Monumento a la Revolución; el Hotel Ibiza es uno de los más recurridos.
Justo esa lógica de operación es la que las autoridades han ignorado, a pesar de que podría ser clave para combatir la trata y regularizar la prostitución, con una perspectiva humanista. Ya que además de la cosificación de sus cuerpos, esta actividad ha traído mayor discriminación, desigualdad y estigmatización como un objeto de placer. “Esta concepción de que las mujeres son entretenimiento, a la larga contradice el discurso de las autoridades con la igualdad de género”, asevera Teresa Ulloa Ziáurriz, representante de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés).
Hace dos años hicimos un diagnóstico de causas sociales y estructurales de la trata y explotación sexual en la ciudad, buscamos en Google “servicios sexuales en la Ciudad de México” y aparecieron más de 300 mil entradas (…) ni modo que la Fiscalía no pudiera hacerlo”, criticó la especialista en alusión a la falta de pericia por parte de autoridades en el tema.
Ciudad escarlata
Más allá del doloroso corredor sexual, la “Ciudad de los Palacios” ofrece un penoso “festín” de sexoservidoras concentrado principalmente en cuatro delegaciones, pero que hace poco comenzó a presentarse en latitudes poco habituales, como el Canal de Miramontes, Avenida Jalisco en Tacubaya y la colonia Coyoacán.
Calzada de Tlalpan y La Merced, las otras dos grandes zonas de prostitución capitalina, son muestra de lo que podría considerarse la antítesis de Sullivan. Además de la marcada diferencia entre la infraestructura social donde se desenvuelven estos dos escenarios con alto niveles de inseguridad, a diferencia de la primera, aquí la prostitución es visible casi las 24 horas del día.
Mientras en Sullivan la oferta sexual se hace presente en promedio a partir de las 21:00 horas, en el caso de la Calzada sureña, cuya “oferta” abarca del metro Chabacano hasta Taxqueña, hay mujeres y muchos transexuales que están desde las 10:00 horas en viernes, sábado y domingo, o desde las 16:00 entre semana.
Ahí, todas las operaciones son fugaces, pues en muchas ocasiones se paran frente al hotel donde trabajan o en su defecto se internan en los que están sobre las calles en dirección a Eje Central. Una característica de Tlalpan que comparte con La Merced, es que ahí sí hay variedad de precios. Desde 100 hasta 800, dependiendo el servicio…