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El país de la simulación

México es el país del que: “no pasa nada”, del “estamos prosperando”, del “estamos mejor que antes”, del “somos bien fregones”, del “somos bien honrados”, del “somos transparentes”, del “rendimos cuentas”, “del mover a México”, “Decidamos juntos”.

Pero qué pasa cuando la simulación se escuda en un insostenible e incomprendido “malestar social”… nada. Se sigue simulando que todo está bien.

El martes, el INEGI difundió la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción del Delito, la cual reveló que aunque bajó la tasa de delitos por víctima, se disparó la cifra negra de delitos, al alcanzar el 93.7%.

Lo anterior significa que de cada 100 delitos, la gente prefiere no denunciar, prefiere no perder el tiempo ante autoridades omisas y prefiere no ponerse en riesgo, ante cualquier venganza de la delincuencia. Significa que sólo 6 víctimas de cada 100 se atreve a denunciar un acto delictivo, con todas las consecuencias que ello conlleve, buenas y malas.

El INEGI detalló que el año pasado se cometieron un total de 29.3 millones de delitos en el país, que dejaron 23.3 millones de víctimas, las cuales padecieron un promedio de 1.3 delitos en el último año.

Según la estadística oficial, los delitos que más se cometen son el robo o el asalto en la calle y el transporte público, la extorsión, el robo total o parcial de vehículo, fraude, amenazas verbales, robo a casa habitación y lesiones. Pero de todo este abanico de crímenes, destacan dos, los que concentran la mitad de los ilícitos: el asalto en transporte público y la extorsión.

Lo más grave de esta cifra negra es que se trata de los delitos de más alto impacto, como el secuestro, del cual sólo se denuncia 1 de cada 100.

Para darnos cuenta de la gravedad no hay necesidad de trasladarnos a Veracruz o Guerrero, donde recientemente secuestraron y asesinaron a sacerdotes, o Tamaulipas o Sinaloa donde el crimen organizado no descansa y ha provocado miles de desplazados que huyen de una guerra que no pidieron, pero que los alcanzó.

En la Ciudad de México y sus alrededores mexiquenses es una situación que se vive día con día los asaltos en el transporte público e incluso en concurridas avenidas en las que la delincuencia ha encontrado oportunidades para atracar sin el menor empacho y con toda la tranquilidad que una autoridad omisa les brinda.

La delincuencia está imparable y la autoridad está ausente. 

Pero cómo exigirle a nuestros gobiernos que se apliquen realmente en combatir estos flagelos si lo único que tienen en mente, si en lo único que se concentran es en prepararse para retener el poder político en el Estado de México así como en la Ciudad de México. En esto es en lo único que nuestras autoridades y gobiernos destacan: en la ambición por el poder.

¿Y la ciudadanía? 

¿Y los electores?

A esos los consentirán como siempre, con pura simulación, porque en esto sí son expertos y aplicados.

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