Toda una vida le llevó al maestro Jaime Tirso Pérez Venancio reunir tres mil libros que conformaban la biblioteca del pueblo de San Gregorio Atlapulco, en Xochimilco.
Toda esa reserva histórica, junto a la estructura que los albergaba, lo sepultaron a él y a su esposa Angélica Jiménez el 19 de septiembre pasado, el día del sismo.
«La casa era de construcción que databa de la época porfiriana, era de piedra y tierra. Y ese contrafuerte –lo señala con su mano– fue el que nos salvó. Ahí estaba la Diosa Xantico de los agricultores, que ya no apareció», cuenta el hombre de 72 años a Publimetro.
Tras el derrumbe, su cuñado Juan Manuel Hernández lo sacó, luego de 20 minutos de labores, de entre los escombros.
«Los 20 minutos se me hicieron eternos, y cuando salí caí en cuenta que el trabajo de toda una vida, en segundos se vino abajo. Fue un milagro», recuerda.
Y es que además su casa, que se encuentra justo frente a la biblioteca, en la calle Insurgentes, fue catalogada como inhabitable y será derrumbada.
Ahora Tirso Pérez tiene el brazo derecho lastimado y su esposa un golpe en la cabeza, pero le duele más haber perdido todo su patrimonio cultural, aunque aún alberga una esperanza.
«Parece que va a intervenir INAH, me ofrecieron ayuda para mandar antropólogos», exclama.
Mientras, el profesor Jaime Tirso Pérez Venancio vive con su hija, en tanto las ruinas de lo que era su casa y biblioteca se conviertan de nuevo en un espacio habitable.
«Lo tomo como un tropiezo, hay que levantarse y seguir adelante. Así es la vida y no le podemos reclamar a nadie», reflexiona.
Además, pide que los gobiernos federal y de la Ciudad de México se comprometan a ayudarlo a él y a sus vecinos, porque la reconstrucción, señala, será difícil.
La pesadilla del ‘85 volvió
Piedra sobre piedra Silvia González de los Santos construyó su casa hace 32 años luego del terremoto de 1985, y hace una semana, volvió a perderlo todo.
Paradójicamente su hogar, ubicado en la calle Insurgentes 22 interior 3, no sufrió daños estructurales, pero las casas vecinas sí, lo que pone en riesgo de colapso a su domicilio, ya que las construcciones aledañas serán demolidas.
«El piso de mi casa se cuarteó totalmente, mi cocina se agrietó y se le escurre el agua. Por eso nos quedamos en la accesoria de un vecino y mis cosas las guardé con familiares», comenta.
Por ello, la señora Silvia pide a las autoridades un dictamen rápido de sus casas, para saber qué decisión tomará con su futuro.
«Quiero decirle al presidente Enrique Peña Nieto que aquí en San Gregorio (Xochimilco) hay muchos pobres y queremos un apoyo rápido para nuestras necesidades», expone.
González vendió tamales y lavó ropa ajena para erigir su casa, pero ahora no tiene medios para construirla nuevamente.
«Me da mucha tristeza que se haya perdido mi patrimonio, porque ya estoy grande, pero con la ayuda de Dios voy a salir adelante», sentencia.
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