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Arata Isozaki, el arquitecto surgido de la Segunda Guerra Mundial

Arata Isozaki, premio Pritzker 2019, creció cerca de los edificios derrumbados de Nagasaki e Hiroshima, destruidas por bombardeos nucleares en 1945

Cuando Arata Isozaki solo tenía 12 años, las bombas atómicas cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki, ciudades cercanas a su Oita natal. El vacío que dejaron a su alrededor le hicieron plantearse cómo reconstruir los hogares y las ciudades y de ahí surgió un arquitecto que este viernes ha ganado el Premio Pritzker, el máximo galardón a la arquitectura.

Nacido en Oita, en la isla de Kyushu (sur), en 1931, a medio camino entre Hiroshima y Nagasaki, los efectos de la Segunda Guerra Mundial marcaron su vida y su trayectoria profesional como arquitecto.

Creció con la idea de que los edificios son temporales y que mientras existen deben complacer los sentidos de los usuarios.

“Cuando fui lo bastante mayor para comenzar a entender el mundo mi ciudad natal estaba destruida. En la orilla de enfrente la bomba atómica había caído sobre Hiroshima, así que crecí en la zona cero», dijo el arquitecto en el comunicado de la Fundación Hyatt en el que se anuncia el Pritzker.

«Estaba completamente en ruinas -recordó-, no había arquitectura ni edificios, ni siquiera una ciudad. Solo me rodeaban barracas y refugios» –Arata Isozaki

Por eso, su primer acercamiento a la arquitectura “fue el vacío de la arquitectura”. Y eso le hizo plantearse “cómo la gente podría reconstruir sus hogares y sus ciudades”.

Parque de cerámica MINO en Tajimi, Gifu, en el oeste de Japón, que fue diseñado por el arquitecto Arata Isozaki. (Hisao Suzuki/AP)

Los inicios de Arata Isozaki fueron en la reconstrucción de Japón

A esa labor dedicó sus primeros esfuerzos como arquitecto y empezó a destacar durante la reconstrucción de Japón tras la Segunda Guerra Mundial.

Estudió arquitectura en la Universidad de Tokio y comenzó su carrera junto a Kenzo Tange (Pritzker en 1987), aunque pronto fundó su propio estudio, Arata Isozaki & Associates, en 1963.

Y se centró en la reconstrucción de su país.

“Para encontrar la forma más adecuada para resolver los problemas, no podía centrarme en un solo estilo. El cambio era la constante. Paradójicamente, eso se convirtió en mi estilo”, recuerda el arquitecto.

El arquitecto clave de los años 80

 

En la década de los ochenta, Arata Isozaki era el arquitecto al que todos miraban, especialmente tras realizar su primer proyecto fuera de Japón: el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (Estados Unidos), un edificio de piedra roja y aluminio que juega con las formas geométricas hasta en su fuente frontal piramidal.

En 1983 empezó la construcción de otro de sus edificios más conocidos, el Palacio de San Jordi, un pabellón cubierto diseñado para los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, aunque se inauguró dos años antes.

Arata Isozaki recibirá el honor en mayo en una ceremonia en el Palacio de Versalles, en Francia. (AP)

La sede de Disney en Florida (1990), el Centro Cultural de Shenzhen(China, 2007); el Pala Alpitout (estadio de hockey sobre hielo) de Turín (Italia, 2006); la Torre Allianza en Milán (Italia); el Centro de Convenciones de Qatar (2011) o el Museo del Arte de Kitakyushu (Japón, 1974) son algunas de sus obras más destacadas.

Otros reconocimientos a su labor

Casi seis décadas de trabajo que dejan sus obras en Asia, Europa, Norteamérica, Oriente Medio y Australia y que le han valido premios como el León de Oro de la Bienal de Arquitectura de Venecia en 1996, la Cruz de la Orden del Mérito Civil en España en 1997, ser nombrado Oficial de la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 1997 o la medalla de oro RIBA en Reino Unido en 1986.

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