«¿Cómo voy a aislar a un familiar si contrae la enfermedad, si en mi casa compartimos la misma habitación cuatro personas?», se pregunta María. Ella vive en Tavares Bastos, una de las favelas de Río de Janeiro donde la población se amontona irremediablemente entre sus callejas, pese al coronavirus.
Para los habitantes de las favelas de Río de Janeiro, que tienen una elevadísima densidad de población y en donde una residencia es compartida entre cuatro y cinco personas de media, es totalmente imposible huir de las aglomeraciones aunque sean la principal recomendación para evitar los contagios por COVID-19.
El 22.03 % de los 6.3 millones de habitantes de Río vive en favelas. Es decir, 1.4 millones de personas residen en este tipo de asentamientos irregulares, convirtiendo a la ciudad carioca en la urbe con más barriadas de este tipo en el país, por encima incluso de Sao Paulo -1.28 millones de personas en mil 20 favelas-, según los datos del último Censo.
«¿Cómo evitar aglomeraciones si en la comunidad somos miles compartiendo estas callejuelas?», insiste María en entrevista con Efe desde la favela en la que vive, con unos seis mil habitantes apiñados en la zona sur de la ciudad.
La barriada de María es una de las más privilegiadas de Río, pero aunque cuenta con acueducto y alcantarillado, el hacinamiento de sus construcciones apenas deja ver el sol, y eso hará, según dice, que sea imposible evitar los contagios si algún vecino contrae la enfermedad.
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