No problem is so formidable that you can’t walk away from it. -Charles M. Schulz
Paso 1. Toque fondo, por favor
La prisa ha hecho que se le olvide el mundo al hombre moderno. Todo es para ayer, incluyendo su atención y la posibilidad de dar prioridad a lo más relevante. Así, sumérjase en urgencias, resuelva nimiedades (de lo contrario se detendrá el mundo) volcadas a sus necesidades inmediatas y pierda la oportunidad de ser relevante para con usted mismo.
Paso 2. Descubra que lo puede hacer
Ya que se haya cansado lo suficiente, pare. Funda su conciencia con el espacio exterior, sepa que lo que busca es lo que ve y encuentre una razón suficiente para salir de la rutina.
Paso 3. Inicie su andar
Siga la silueta negra que se dibuja, adherida a los zapatos y que burla el juego y se dedica a pensar la respuesta en silencio ante el dilema de saber a dónde lleva la calle. En medio de semejante ocio comparable sólo con la lectura de estas letras, maravíllese con su propio equilibrio (a pesar de sus dosis diarias de neurosis). Siga el tijereteo y entienda este doble péndulo constante y reiterado como una metáfora: ¿A qué juega diario? ¿A dónde va?
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Paso 4. Zapatero a sus zapatos
Caminar será una excusa para celebrar que no está preso en el receptáculo de su preferencia. El golpeteo del zapato es importante. Necesariamente tiene que ser rítmico ya que es un radar del paso y refiere al noble arte de poner atención. Ahí se esconde otra aplicación del dicho “zapatero a tus zapatos”, pero no todos encuentran en el pendular de las piernas el ejercicio de reconocer la postura erguida y permitir que el fragmento de realidad entre por su ventana.
Paso 5. Redescubra el sentido del andar
Caminar es un viaje interno, sobre todo. Es sentir el mundo sobre las suelas y el espacio sobre el pecho. Es saber mojarse cuando llueve y secarse con un trapito de espontaneidad y sonrisas. Caminar por la calle es descubrir que nunca se había permitido hacerlo como lo puede hacer y reconciliarse con el oficio de sudar un poco.