Paso 1. Espere su ocurrencia
Practique esto varias veces durante una tarde ociosa: siéntese en el cómodo filo de una banqueta y espere con dramatismo el momento en que una asociación encuentra con quién bailar. Para lograr esto ponga toda su atención en el espacio que descansa entre aquello que debería poner atención cotidianamente y su mirada. Sí, ahí en medio, donde aparentemente no hay nada y en realidad habita tanto. Ahora espere y vea cómo su mente rampante no tardará en aburrirse. Es muy buen signo, mantenga la atención sobre de ese punto y pase la prueba del autosaboteo. Con cinco minutos de enfocar un punto sin aspavientos tendrá para luego descansar y notar que, sobre de la pantalla mental, aparecen ideas mucho más interesantes.
Paso 2. Protagonice su causa-efecto
No es casual que se encuentre leyendo estas letras, como tampoco que se le pueda ocurrir la siguiente idea. Si se da cuenta, somos “maquinitas de ideas” y dependiendo de su alcance, novedad y factibilidad, es que vamos impactando con ellas nuestro andar en esta plataforma. Lo que a su vez se comporta como causa para experimentar consecuencias para sus propias ideas. Y cuando pone más atención a la generación de sus causas, puede usted felicitarse de estar confeccionando un puñado de mejores consecuencias, que después de todo, para eso es la experiencia.
Paso 3. Vea cómo se le va el avión
PUBLICIDAD
Desespere. La gran idea que había anidado en su ser ha desaparecido. Busque al responsable del rapto de su idea. Lo peor: usted sabe que estaba pensando en algo realmente brillante, incluso hace un momento lo recordaba, pero ahora sólo queda el bouquet de su lucidez. Busque en las bolsas del saco, en sus narices, designe un fiscal especial para resolver el caso y prevea que con el paso de los meses quedará todo igual. Cuando vea que sólo se enrarece el humor ante su poca habilidad de poner en orden los pensamientos, haga como si no pasara nada. Regrese a poner la atención en un punto. Ahí tiene todo.
Paso 4. Regrese a su torre de control
Reactive la inercia de la vida cotidiana y envuélvase en la naturaleza del respondedor de mails y en el apagafuegos consentido de las circunstancias. Recuerde que las ideas abren de 9 a 6, ahí donde la rutina sigue insistiendo. Como si la vida dependiera de ello. Entonces reste importancia al momento presente: procure tener completa esperanza en el futuro sin olvidar dejar un espacio para engancharse en el pasado. Lo que obtendrá será ignorar ese mito conocido como “presente”.
Paso 5. Recupere o archive (sin saberlo) su idea
Propóngase tener un contacto más natural consigo mismo. Encuentre esa idea sin pensar en querer encontrarla, y con ese entendimiento apueste a no pensar. Sólo hágalo y fluya. Este simple hecho será tan desafiante a la mente racional que de inmediato lo desacreditará, cosa que convierte al ejercicio en algo sumamente atractivo. La razón se ha salido con la suya. Por lo menos vale la pena intentar este ejercicio para ver qué le ha escondido el tiempo.