Paso 1. Cargue con sus minutos
La gente despreocupada por el paso del tiempo es una franca minoría. ¿Cuál es el ingrediente que estas personas tienen que aportar al resto de la humanidad? Para perder un minuto, primero hay que tenerlo. Esto supone habitarlo, comprenderlo (por encima de entenderlo) y saber sus cualidades impermanentes con las cuales uno puede construir, derrumbar, pero no ignorar; se supone que existe el registro de saber que hay algo qué hacer con un minuto, como con su propia vida. Pero ese es el gran misterio que uno decide posponer.
Paso 2. Ignore lo evidente
Nuestro primer aprendizaje moral tuvo que haber sido el valor del tiempo. Envejecemos como si la jubilación no existiera y aplazamos lo impostergable en aras de un bienestar de inmediato plazo, sólo para ignorar que hoy por la noche podemos caer muertos a manos de una de las múltiples amenazas sobre algo tan frágil como el cuerpo humano. Y aún así, nos dedicamos a subsistir.
Paso 3. Olvide lo trascen-dente
La fantasía autodestructiva de la expectativa hace que se persigan metas que poco tienen que ver con la respuesta que uno daría si fuera consciente y acabara de llegar al mundo. Para los que creen en el corporativismo, la hora de entrada y la entrega del reporte, la realidad se convierte en el periodo que va de 7 a 9 y todo ha de girar alrededor de ello, incluso los días en los que uno podría estar a salvo, los fines de semana. En su mente no hay otra cosa que no sea redactar minutas, poner cara de que todo está bien cuando es todo lo contrario y perseguir un puesto y un aumento cada que haya crisis, durante el curso de los años. Así se olvida eso de lo que en realidad trataba su vida.
Paso 4. Atesore secretos que casi nadie conoce
Puede que uno se entere que no está hecho para estos tiempos cuando los mismos parecen restregárselo en la cara de formas misteriosas pero reiteradas. Para mitigar esto, no pierda más su tiempo y acuda a la escuela mexicana del psicoanálisis: el mezcal o el tequila. Se gradúan varios ahí al día en varias especialidades.
Paso 5. Piense en hacer algo cuando ya no puede
El tiempo parece ser usado en autoeducarnos acerca de que la vocación de vivir es trabajar. Para muchos, el tiempo parece ser dolor al aire libre. Inquilinos del desconcierto, se vive para disimularlo de las maneras más creativas y absurdas. Así, se nos va el tiempo en transformar la inconsistencia en aparente diversión, en lo que nos damos cuenta que ya es tarde para suponer que es momento de hacer algo al resecto. Tiempo al tiempo, ¿o no?.
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