Primero hay que subrayar que tenemos un compromiso indeclinable con la educación pública universal y de calidad y que estamos convencidos de que la educación necesita una profunda transformación.
El sistema educativo padece muchas carencias, pero reformarlo no puede ser con una política persecutoria y punitiva como ha venido sucediendo. Desde nuestra opinión es necesario revisar muchos otros aspectos y no solo la evaluación de las maestras y los maestros. Por eso, vamos a replantear la reforma.
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Estamos a favor de las evaluaciones, pero como medio para la superación y capacitación dirigida y focalizada de los docentes, no como medio administrativo para despedir maestros. Mejorar el sistema educativo incluye a maestros, alumnos y padres de familia.
Consideramos que se necesita una reforma basada en principios pedagógicos, en métodos de enseñanza novedosos, en la capacitación y profesionalización del magisterio. Se deben buscar resultados concretos en el proceso enseñanza-aprendizaje, sin trampas en los indicadores como ha sucedido en esta administración.
La verdadera transformación que vamos a llevar a cabo implica mejorar los sistemas de educación y las escuelas. Vamos por un trato digno y respetuoso a los maestros, los padres de familia y los alumnos. Estamos por una educación de auténtica calidad, no para aparentar buenos resultados con gráficas engañosas.
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Vamos a revisar la mal llamada reforma educativa que en realidad solo fue laboral. Vamos a transformar lo que se requiera e incluso si es necesario abrogarla.
Por lo pronto, mientras se hace la consulta amplia en la que participen el magisterio, los padres de familia, los directivos y los estudiantes y se toman las decisiones para lograr nuestra meta de una educación para todos, laica y gratuita, hemos propuesto suspender de manera responsable la evaluación para evitar que se siga persiguiendo y penalizando a las maestras y maestros.