Desde el nombre impronunciable hasta la incertidumbre que genera el nuevo acuerdo entre México, Estados Unidos y Canadá. Ni siquiera debe ser fortuito que las siglas en inglés comiencen con las de nuestro vecino país del norte.
Si lo vemos desde la perspectiva catastrófica que esperábamos desde el miedo infundado y hasta las amenazas verbales de Donald Trump, México salió librado de que fuera peor de lo que supuestamente es (el supuesto es porque todavía falta la revisión y lo que importa: la firma de los Presidentes).
Hasta eso habría que destacar, por ejemplo, que se crea un Comité de Buenas Prácticas Regulatorias que permitirá la comunicación directa entre los gobiernos para fomentar la cooperación y avanzar hacia la armonización en las regulaciones. También otro Comité de Competitividad, igual para la cooperación y el apoyo a la participación de las PYMES en el comercio.
O también, hay disposiciones para el compromiso de los tres países con la protección de la capa de ozono, del ambiente marino y la calidad del aire; así como con la conservación y uso sostenible de la biodiversidad y el manejo forestal sostenible.
Sin embargo, las nuevas reglas del mercado del acero y automotriz agregan costos y complejidad al sector. Además de la eliminación de protecciones contra el comportamiento abusivo de los gobiernos.
Aunque no se consumó un acuerdo altamente proteccionista con algunos beneficios mencionados, lo cierto es que desde la perspectiva nuestra existirán más tensiones y conflictos derivados de lo que ya algunos nombran como “las letras chiquitas”. Lo que en este momento le preocupa a muchos sectores es que esas letritas estén “planchadas”… Nos toca la revisión minuciosa.