Consultas ciudadanas sí, pero como las mandata la Constitución y sobre proyectos futuros; no sobre algo con un grado de avance tal, que nos va a hacer perder dinero a los mexicanos
Estoy a favor de las consultas ciudadanas como un instrumento de democracia participativa, siempre y cuando sean constitucionales; se hagan sobre un proyecto que está por hacerse (no sobre uno que ya se hizo y que tiene 30% de avance de obra y 72% del financiamiento) y sobre un tema donde los ciudadanos no tengan que conocer de temas técnicos para tomar una decisión.
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Si revisamos el artículo 35 de nuestra Carta Magna, se indica que cada ciudadano tiene derecho a participar en las consultas populares sobre temas de trascendencia, las cuales están sujetas a:
- Ser convocadas por el Congreso de la Unión a petición de: el Presidente de la República; el equivalente al 33% de los integrantes de cualquiera de las Cámaras del Congreso de la Unión; o los ciudadanos, en número equivalente, al menos, al 2% de los inscritos en la lista nominal de electores. Esto no se cumplió.
- Cuando la participación total corresponda, al menos, al 40% de los ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores, el resultado será vinculatorio. No se cumplió y se pretende hacer vinculatorio con una participación del 1% de los ciudadanos.
- La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolverá de manera previa a la convocatoria, sobre la constitucionalidad de la materia de la consulta. No se cumplió.
- El INE será el encargado de su organización, desarrollo, cómputo y declaración de resultados. No se cumplió.
- Se realizará el mismo día de la jornada electoral federal. No se cumplió.
Es decir, se falló en la forma y en el fondo. Nula metodología para definir casillas, preguntas sesgadas, falta de garantía de protección a datos personales, cero transparencia y rendición de cuentas, ¿recursos con los que se pagó el ejercicio?
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Con la cancelación del NAIM-Texcoco, les habremos fallado a los inversionistas, a los mercados, a los 140 mil mexicanos que están empleados en la obra y a los 450 mil que trabajarían ahí una vez que el aeropuerto funcione. Pero no sólo a ellos; también les habremos fallado a los millones de mexicanos cuya venta de artesanías, servicios hoteleros, inversiones y cadenas de comercio e inversión nacional e internacional, dependen de una obra de infraestructura de esta naturaleza.