Después de tres intentos Andrés Manuel López Obrador se convirtió en Presidente de México, ante la presencia de jefes de Estado, representantes de los gobiernos de diferentes países y bajo una ceremonia solemne, en la que los partidos de oposición expresaron con respeto sus posturas.
El mensaje del nuevo Presidente de la República destacó por una serie de descalificaciones a los gobiernos anteriores responsabilizándolos de todos los males del país, arremetió contra la llamada “Mafia del Poder”, de la cual fueron parte muchos de los que el sábado aplaudían sin cesar cada una de sus frases en la Cámara de Diputados. Subrayó que la desigualdad es muestra del fracaso del modelo económico de nuestro país, fustigó a las últimas administraciones y exaltó a Luis Echeverría con quien parece sentirse identificado ideológicamente.
Es aquí donde debemos recordar quién fue Echeverría. Secretario de Gobernación de 1963 a 1969, señalado como el responsable de la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco. Ese Presidente llegó al poder con un discurso similar al de López Obrador, aspirando un cambio de rumbo para el país regresando a los ideales revolucionarios en pro de los campesinos exaltando a figuras como Morelos, Juárez y Cárdenas. Echeverría impulsó que muchos intelectuales de la época fueron integrados al gobierno en diferentes dependencias, con el único objetivo de ser los ideólogos y apologistas de su régimen.
Aquellos que se le opusieron, fueron perseguidos por las institucionales del Estado, basta recordar que en 1976, Echeverría conspiró para destituir al periodista Julio Scherer García. ¿Los resultados? Hizo crecer la deuda externa que pasó del 19.97 por ciento del PIB en 1970 a 35.21 por ciento en 1976; Echeverría alentó abiertamente la inflación y desincentivó la inversión extranjera. Parece que López Obrador desea repetir la fórmula Echeverrista invirtiendo millones de pesos en obras que no tienen ni pies ni cabeza.
El cheque en blanco que expidió a los políticos priístas para no perseguirlos por actos de corrupción puso de manifiesto el pacto que hizo, al menos de facto, con el PRI para llegar al poder; por otro lado, se comprometió con el país a erradicar la corrupción. Fueron 78 minutos de promesas y promesas que muchos conocemos de memoria porque fue la misma letanía que escuchamos desde hace 12 años.
López Obrador se mostró de cuerpo completo: nuevamente confirmamos su poca tolerancia a la oposición pues cuando el PAN lo increpó para que bajara el precio de las gasolinas “hoy”, el Presidente respondió con un “ahora resulta que los que subieron los precios piden que se bajen”. Se olvida al Presidente que Acción Nacional lleva años pidiendo la eliminación del impuesto especial para que los precios de los combustibles decrezcan y que justo esa fue una promesa de campaña a la que le puso fecha: el 1 de diciembre de 2018. No cumplió.
Después de años de descalificaciones constantes llenó de elogios a las fuerzas armadas, como ninguno otro lo ha hecho en la historia reciente; era de esperarse, con un proyecto de seguridad que pasa por la militarización nacional, López Obrador tuvo que congraciarse con los altos mandos militares para que hagan funciones de seguridad pública, algo que los mandos medios y rasos han pedido detener.
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Al ritmo de “me canso ganso”, afirmó que en tres años funcionará el Aeropuerto en Santa Lucía, cuyo plan maestro y proyecto de impacto ambiental seguimos sin conocer. Parece que su doctrina de gobierno será “El Pueblo soy yo”, en palabras del historiador Enrique Krauze.
En este día con tantos matices, desde Acción Nacional nos preparamos para hacer frente a una administración que, si bien tiene muy buenas intenciones, sus acciones demuestran que su proyecto se ha desvirtuado. Las expectativas que ha generado en la población son altísimas, veremos si tiene capacidad para cumplirlas.
No podemos ser mezquinos, celebramos que por el camino democrático Morena haya llegado al Gobierno, pero en el PAN no extenderemos una confianza ciega en el gobierno y criticaremos, con la misma fuerza que hicimos durante más de 60 años al autoritarismo priísta y con el mismo ímpetu con el que la oposición se expresó los dos sexenios de gobiernos emanados de nuestro partido. No aceptamos que aquellos que se autonombran voceros de “el pueblo” nos quieran acallar, porque nuestra labor será, por definición, oponernos a todo aquello que consideremos lesiona los intereses de nuestra gran nación, eso también es “hacer patria”.
Finalmente, fue vergonzoso que el Gobierno Federal le regalará al dictador venezolano las imágenes que necesitaba, una foto y un vídeo donde Maduro se regodea de sentir una palmada en la espalda cuando su régimen está tan aislado como el de Corea del Norte. López Obrador, Usted que se asume como demócrata, no insulte a los miles de mexicanos que alzamos nuestras voces en redes sociales al grito de #MaduroNoEresBienvenido.
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