La cancelación de la ruta del Metrobús que conectaría a Matamoros y Torreón, municipios de Coahuila, con Gómez Palacio y Lerdo, en Durango; tomó sólo 31 segundos en una “votación” a mano alzada donde el presidente, en el tono de campaña electoral que le conocemos desde hace poco más de 12 años, afirmaba que él hace lo que “el pueblo” le ordena.
Lo anterior, sólo fue un capítulo más en la telenovela de la Cuarta Transformación, cuyo argumento es cada vez más contradictorio porque apenas en diciembre de 2018, en un evento similar, López Obrador se comprometió a ampliar el proyecto del Metrobús de la Laguna y a asignarle 474 millones de pesos adicionales para incentivar el desarrollo de esa zona metropolitana cuyo servicio de transporte es deficiente y se encuentra secuestrado por un grupo de transportistas que usan autobuses chatarra.
Si bien la democracia implica escuchar la voz de los ciudadanos, particularmente cuando se trata de proyectos de infraestructura que tienen un impacto en su comunidad, la forma en que el líder de morena ha utilizado la retórica democrática para imponer su voluntad es peligrosa.
Las consultas “patito” que López Obrador utilizó para cancelar la construcción del Aeropuerto de Texcoco o el inicio de las obras del Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, lejos de fortalecer la democracia mexicana, la socavan y, por si fuera poco, debilitan la economía nacional. El voto debe ser secreto pero también informado y con garantías, es decir, no sólo basta con poder ir a las urnas para elegir, sino que es fundamental que el ciudadano cuente con información veraz, objetiva y de calidad para decidir por una opción u otra.
Nuestro país ha transitado por un largo y tedioso camino hacia la consolidación de su democracia en la que todos hemos participado; la terrible experiencia del fraude electoral de 1988 se tradujo en reformas electorales que permitieron: el ingreso de otros partidos al Congreso, la autonomía del instituto que organiza las elecciones federales, la transparencia de los comicios, los mecanismos de participación ciudadana directa, entre otros muchos. Claro que estoy de acuerdo en consultar a los ciudadanos, pero con reglas claras, con garantías y con un árbitro imparcial, es decir, respetando la democracia.
Las decisiones de políticas públicas deben basarse en diagnósticos claros y deben atender las necesidades de la población, no motivadas por consultas improvisadas en los que los participantes no tienen ninguna representación ni legitimidad. Tan sólo imaginemos que un “acarreado” de otro municipio o estado decida sobra algo que afecta a nuestra comunidad, ¿estaríamos de acuerdo con eso?
Esa discrecionalidad del presidente para cancelar obras como el Metrobús, considerada como la de mayor impacto en la región, sin consultar a los equipos de profesionales, los estudios técnicos y financieros, tienen consecuencias en la imagen de México ante el mundo porque se envía el lamentable mensaje de que no hay certeza si el dinero invertido en nuestro país será respetado.
López Obrador debe dejar de hacer esos espectáculos populistas y empezar a gobernar con seriedad para todos. Es inadmisible que los recursos públicos, que emanan de los impuestos que pagamos todos, sean utilizados para realizar campaña política a favor de morena. De lo contrario, parecerá que estas consultas sólo son usadas para ocultar las decisiones que ya tomó “el dedito” del tabasqueño y que tienen como objetivo castigar a las comunidades que no voten por su partido, recordemos que en la última jornada electoral, sólo ganó en dos de los 39 municipios duranguenses. Al tiempo…