Morena ha demostrado ser una fuerza política que busca acapararlo todo para ponerlo al servicio de un solo hombre quien con su sola voluntad resolverá los problemas de este país sin importar su complejidad; esa narrativa por más incongruente que suene ha sido la razón de la crisis que se desató en la Cámara de Diputados la semana pasada.
Quien preside la Cámara de Diputados, encabeza el Congreso de la Unión y representa no a un partido político sino a la pluralidad de fuerzas políticas que integran el Poder Legislativo; por ley, esa presidencia debe recaer en la segunda y tercera fuerza para el segundo y tercer año, a fin de reconocer la legitimidad electoral de los diversos partidos políticos electos por los ciudadanos.
Atentar contra ese equilibrio del poder significa retroceder en nuestra historia y perder lo que nos ha costado años alcanzar. El PAN desde su origen hace ochenta años, ha tenido entre sus causas el impulso de la democracia y la participación política ciudadana como el único medio para el desarrollo integral de la persona humana; nos han encontrado en todos los momentos históricos de la democracia mexicana. Es por ello que siempre respaldamos que fuerzas políticas minoritarias como el PRD o el Partido Verde tuvieran acceso a la presidencia de las Cámaras, en un acto de reconocimiento de su legitimidad y de respeto a las leyes.
Es lamentable el comportamiento de Morena, que se ha dedicado años a criticar conductas antidemocráticas del pasado, y ahora son capaces de hacer lo que sea necesario para mantener posiciones estratégicas del Estado mexicano. Gracias a la presión de la opinión pública y a las múltiples voces que levantamos desde la oposición, Morena se vio obligada a cumplir la ley y se quedaron con las ganas; esto fue una muestra de que unidos podemos enfrentar las ambiciones de un grupo que desea acapararlo todo.
Así, la llegada de Laura Rojas como Presidenta de la Cámara de Diputados significa una doble victoria pues representa que imperó la ley sobre las ambiciones del partido oficialista y las mujeres ocupan hoy espacios cada vez más importantes en el Congreso.
Laura Rojas es una mujer preparada y con vocación para el servicio público. Ingresó al PAN en 1994 y fue formada en Acción Juvenil, ocupó la Secretaría de Promoción Política de la Mujer en el Comité Municipal de Tlalnepantla y en 2003 se convirtió en regidora; lo anterior deja de manifiesto que su trabajo es su carta de presentación.
Durante la LX Legislatura, de 2006 a 2009, fungió como Presidenta de la Comisión de Atención a Grupos Vunerables donde se enfocó en el problema de los feminicidios; en 2012 fue electa como Senadora de la República y se enfocó en las relaciones exteriores así como en temas anticorrupción participando en la construcción del Sistema Nacional Anticorrupción e impulsando modificaciones a las leyes que permitieran mejorar la transparencia gubernamental.
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En estos tiempos en los que México está amenazado por el autoritarismo y la separación de poderes pende de un hilo por la mayoría legislativa de Morena, la presidencia de Laura trae un respiro al sistema político y a la democracia mexicana pues tiene las credenciales y el carácter para hacer frente a un presidente de la República que no le gustan las voces críticas.
Es tiempo de cerrar filas como oposición en torno a una mujer que elevará el nivel de debate, privilegiará el diálogo por encima de las imposiciones de la mayoría pero sobretodo, repetará la ley y el proceso legislativo por el bien de México. Al tiempo.