Empoderar a sindicatos que buscan adueñarse de las plazas educativas será un error

Las reformas educativas en discusión y la ya aprobada constitucional son, sin duda, un retroceso en la educación de la niñez mexicana.

Después de días de bloqueos, presiones y acciones que evidenciaron la sumisión del Ejecutivo y el grupo mayoritario en la Cámara de Diputados ante la CNTE, fuimos testigos de los resultados que podríamos decir lamentablemente, eran de esperarse, pero nunca de acompañarse. Acciones que dotaron de mayor poder a un grupo que ha buscado, históricamente, su beneficio y no el de las niñas y niños de México. Legisladores de oposición en la cámara baja, argumentaron cabalmente, por qué no podía acompañar las leyes secundarias propuestas en materia educativa, cuya configuración estuvo a cargo de algunos de los miembros del grupo mayoritario.

De los temas aprobados y que más deben preocuparnos, se encuentran la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y el pase automático de normalistas a maestros sin que exista un proceso que garantice que deben ocupar ese espacio por conocimientos adquiridos.

Las reformas educativas en discusión y la ya aprobada constitucional son, sin duda, un retroceso en la educación de la niñez mexicana. Regresar a viejos esquemas que ya demostraron no conseguir su principal cometido: formar de manera óptima a los alumnos, no solo para que sean mejores personas, sino para que posean las herramientas suficientes para salir adelante ante los retos actuales y la cada vez mayor competencia que hay en todas las instituciones educativas a nivel nacional e internacional.

Politizar la toma de decisiones correspondientes al presupuesto de mantenimiento y equipamiento de escuelas a través de la conformación de comisiones tripartitas integradas por maestros, padres y representantes del gobierno, materializan otro gran error. El empoderamiento de los sindicatos que lo único que buscan es adueñarse de las plazas educativas y del presupuesto, sin tener la menor consideración en la formación de las y los niños, será un error que seguramente costará mucho a nuestro país a mediano y largo plazo, y donde la competitividad seguirá siendo un factor cada vez más determinante.

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