Por Víctor Fuentes, Senador de la República por Nuevo León
En los últimos días, a propósito de su 4o informe de gobierno, Jaime Rodríguez ha desplegado una campaña de difusión a la que nadie le cree. “Nuevo León asciende” es el eslogan de ese derroche mediático, pero lo cierto es que no sabemos dónde vive el Bronco, porque nuestro estado en todo caso desciende y está por tocar fondo.
De acuerdo con el ranking de Consulta Mitofsky en su capítulo de gobernadores y gobernadoras de México, de septiembre de 2019, Jaime Rodríguez, “el Bronco”, aparece en el penúltimo lugar con sólo 16.1% de aprobación además de que, en materia de seguridad, el 48.8% de la población percibe más inseguridad en el estado.
Hablando de corrupción, el 87.6% de los neoleoneses consideran que la situación está igual o peor. ¡Cómo no! Si lo primero que nos viene a la mente del gobierno estatal es la “broncosuegra”, el “broncodrón”, las “broncofirmas”, las “broncoempresas” favoritas, etcétera.
Encuestas aparte, los datos en Nuevo León no mienten. Cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública revelan un aumento de 72.3 % en homicidios dolosos en el primer semestre de 2019, en comparación con el mismo periodo de 2018.
Además, entre enero y junio, se han registrado 24 casos de feminicidio, colocando al estado en el cuarto lugar nacional; 84 denuncias por extorsión, quinto puesto nacional. En corrupción de menores, la entidad está en el tercer sitio con 71 casos y, en trata de personas contra de mujeres, en la tercer posición con 11 casos.
¿Qué tiene que decir al respecto Jaime Rodríguez? ¡Nada! Señor gobernador, Nuevo León asciende pero en inseguridad, en falta de tranquilidad de las familias, los transportistas, las mujeres, los jóvenes. Nuevo León desconfía de su gobierno, no cree en sus autoridades estatales, se siente decepcionado del quien prometió independencia pero entregó incompetencia.
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En medio ambiente las cosas no pintan mejor. De acuerdo con datos de la OMS, Monterrey y su área metropolitana ha figurado entre las ciudades más contaminadas de México. Tan solo este 2019 se han declarado cinco contingencias ambientales y, en 2018, el smog ha estado por encima de norma 56% de los días del año; es decir, cuatro días de cada siete.
Al mismo tiempo, el transporte se ha convertido en el viacrucis de todos: es uno de los más caros y más deficientes del país. Según datos públicos, un trabajador llega a gastar hasta el 25% de sus ingresos en el pago por este servicio. Los usuarios señalan que con frecuencia deben esperar hasta una hora para abordar una unidad y deben tomar más de un autobús para llegar al trabajo o a la escuela de sus hijos.
Y aún así, el gobernador ha sido tibio con la mafia del transporte, la misma que prometió iba a combatir, la misma que lo ha convencido (aunque no lo hemos dejado) de que la solución es aumentar las tarifas. Encima, el gobierno estatal ha combatido mejores alternativas como las aplicaciones de transporte tipo Uber. No señor, no puede haber tarifas más altas si la calidad del transporte no mejora. Tampoco ha hecho nada para que las empresas en general transiten a soluciones productivas sostenibles.
En materia de gobernabilidad, el Bronco está más ocupado en litigar que en gobernar. Las “broncofirmas” lo han colocado en un laberinto judicial del que difícilmente saldrá bien parado. Podrá interponer todos los recursos jurídicos a su alcance, podrá decir que le asiste la razón, lo cierto es que en esa lucha a tres caídas que emprendió contra los partidos políticos, terminó en la lona, derrotado moral y éticamente.
Señor gobernador, lo que no se logra con resultados no se compra con dinero. Es inaceptable que usted haya gastado 18 millones de pesos en la promoción de su imagen y en dar a conocer supuestos resultados de su mal gobierno. Lo que usted tiene que hacer es renunciar, con dignidad, dejar el cargo para abrirle paso a un proceso de transición que le dé estabilidad al estado. Nuevo León sí merece ascender pero no con usted como gobernador.