Opinión

El espacio desconocido

Para leer con “Space Is Only Noise If You Can See”, de Nicolas Jaar

Reality is nothing but a collective hunch-Jane Wagner

Pensar el espacio como posibilidad y no como limitación, dignifica. De ahí mi admiración hacia los arquitectos: ostentan una claridad vocacional dedicada a seleccionar algo intangible y vivo como el espacio para diseñar dónde y cómo vivirás.

Inmersos en una cuarentena, la posibilidad de resignificar el espacio está ahí enfrente: junto a la puerta, en el baño, donde lo predijo el arquitecto.

Será la centésima ocasión que entres a tu recámara y creas que estás soñando, pero en realidad estás habitando tu espacio más íntimo y aunque parezca impensable, hay quien se cansa hasta de eso. De su espacio.

Convivir con uno mismo puede ser un mérito a la resistencia. Pero ser condescendiente con la realidad tendría que figurar como un acto instintivo para dejar que el espacio propio respire y se coloque en su lugar.

Por ejemplo, caminar por un pasillo como si fuera una alfombra roja, platicar lo harías como si te estuvieran haciendo una entrevista de trabajo, regar las plantas como se invierte en la bolsa, cepillarte los dientes como si redactaras un informe anual y abrir ventanas como se cierra un negocio (probablemente uno de los más refrescantes que pueda uno cerrar -o abrir-). Romper la tendencia inercial a ver algo como dado, hace que cambien la experiencia y la respuesta.

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Son dos pares de tensiones las que se libran en estos momentos:

  1. Las ganas de salir vs el riesgo al contagio
  2. La necesidad de esparcimiento vs restricción de actividades

Todos quieren salir, desde luego, pero ¿qué clase de mundo quieres habitar? Uno en el que la base de la nueva normalidad sea una irresponsable e impulsiva? ¿Una en la que se estiren los picos, los rebrotes y la desesperación. ¿U otro en el que seas promotor de tu presencia y tengas la capacidad de observar patrones habituales para romperlos?

Una ventana, como un párpado, es una de las ideas más sorprendentes y muy poco celebradas. Con los párpados sucios o entintados, la percepción de todo, sería otra.

El párpado y el espacio conducen juntos a la idea de observar a través un filtro. Nos hace conocedores y hasta opinadores solo de la versión filtrada y no de lo que está “allá afuera”. Esta es la magia de una ventana. Saber que es parte del paisaje por ser visto a través de ella.

Así es como se ve y se interpreta una cuarentena: con la marejada de calificativos que los filtros de la experiencia tenga adheridos. Pero en realidad la cuarentena es, lo que sea tu punto de vista. Y eso es abrumadoramente liberador. Tanto como el espacio.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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