Opinión

Hábitos de alimentación

Además de las recomendaciones sobre la asociación que existe entre la calidad de los alimentos que consumimos y el tipo de hábitos de nutrición que practicamos, con nuestro estado de salud, también es fundamental en estos tiempos tomar en cuenta los hábitos mentales y emocionales que tenemos, es decir, aquellos alimentos invisibles pero que impactan directamente en nuestro sistema inmunológico y en toda nuestra salud.

Como dice el gran Maestro Joseph Levry: hacemos ejercicio para el cuerpo, respiramos para el cerebro, y hacemos oraciones para el alma. Estos son los puntos de un triángulo equilátero que nos mantiene en un equilibrio de salud y bienestar.

Aquí van algunas recomendaciones para fortalecer este triángulo dorado: al levantarse, inhale profundamente, sostenga unos segundos la respiración y piense en la palabra GRACIAS, exhale y sostenga de nuevo la respiración unos segundos pensando en la afirmación YO SOY. Puede hacerlo dos o tres veces para sentirse dispuesto con la revivificación de la respiración.

Después, estírese como lo hacen los canes después de sus siestas: lo más que pueda, sintiendo el confort de los músculos cuando se elongan, y procure hacer los cambios de brazos a piernas, a manos, a cuello, paralelamente al ritmo de respiraciones lentas y profundas. Nunca se levante estrepitosamente de la cama, primero concédase el ejercicio de respirar conscientemente y estirarse delicadamente: así comienza un día con amor propio.

Si tiene oportunidad de caminar al menos 10 minutos o de hacer algún ejercicio de Yoga o alguna práctica que fortalezca su musculatura, será un cambio tremendo para su bienestar. Sea consciente de lo que come, procure encontrar de nuevo el sabor en los alimentos naturales, vaya refinando el gusto a sabores más sutiles, menos industriales, pero sobre todo, siempre, bendiga aquello que llega a su boca, agradézcalo y envuélvalo en su propia energía para que este alimento le sea armónico.

No exagere ni llegue al fanatismo, sencillamente re-aprenda a disfrutar de lo que come, y a respetar a su cuerpo: escuche su sabiduría. Durante el día permanezca observante de aquellas ideas repetitivas que pasan por su mente y que le provocan dolor, frustración, enojo o resentimiento, y no trate de combatirlas, simplemente obsérvelas para que después pueda trabajar en ellas.

Y algo muy importante: no niegue nada, no intente auto-engañarse con que eso no está ahí o con que se resolverá solo, reconozca que eso tiene cabida en usted, y que ya pudo detectarlo. Si vive alguna situación desagradable o sumamente complicada, observe lo que esté a punto de salir de su boca, haga un alto y dígase internamente: esto también pasará, todo está cambiando.

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Permítase ser más dinámico durante su día: así como los niños que pueden pasar de un juego al otro sin problemas, y sin estar apegados a lo que ya terminó; fluya con lo que va aconteciendo. Al menos tres veces al día procure tomar una taza de agua caliente, pues ayudará a que la sangre esté más ligera y limpia.

Al finalizar el día, antes de dormir, evoque esos sentimientos o resentimientos que encontró, y agradézcales por aquello que le enseñan que no quiere vivir, sentir ni reproducir para los demás; ponga su intento en liberarlos hacia una inteligencia suprema que sabrá reordenar todo para el bien mayor; contémplese con muchísima ternura, como si su Ser hubiera sido un depósito de basura, opacando todo el bien que hay en usted.

Perdónese, perdone a los otros. Cerrar el día con gratitud y ofrecer una oración para usted y para alguien que lo necesite, o para quien usted aún no perdona, es un extraordinario alimento para que el alma descanse en sus sueños.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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