Al inicio de agosto de 2020, en el mundo se han reportado más de 691 mil defunciones por COVID-19, esto quiere decir que alrededor de 4,500 personas mueren diariamente por una pandemia que hoy azota a naciones completas.
En México no hemos sido la excepción. El primer caso de COVID se registró el 28 de febrero de este año, y de ese día, al día de hoy han muerto más de 50,000 personas. Si, esto quiere decir que en México mueren 300 personas a diario por COVID, 12 nuevos muertos cada hora.
Es cierto que esto tenemos un grave problema de salud pública, una amenaza a la que no le podemos poner cara. Como si fuera poco, la desgracia que trae consigo esta pandemia no se limita nada más al tema de salud, ha arrastrado a millones de personas a la pobreza, a la marginación, al desempleo, a las deudas, a la falta de comida, y desgraciadamente, también a la delincuencia.
Con todo y el pobre o excelente manejo del control de la expansión de la pandemia por parte de las autoridades, creo que no es responsabilidad de una autoridad detener el número de muertes, por lo menos no es responsabilidad o tarea de la autoridad sola.
Algunas personas llevan más de 160 días en cuarentena en casa, sin embargo, por raro que parezca, quedarse en casa es un lujo para muy pocos. La gran mayoría ha tenido que salir de casa a buscar el sustento de sus familias, con temor al contagio si, pero no hay economía ni personal, ni familiar, ni de cualquier industria o país, que aguante un paro de 3 meses de labores.
Ahora, con todo este debate por la activación económica en medio de una pandemia que no se ve que se vaya a detener pronto, me viene a la mente el preguntarme ¿por qué no nos asusta o nos paraliza escuchar que ya van más de 50, 000 muertos por COVD en México? A cualquiera le pondría la piel chinita saber que tiene altas probabilidades de ser uno de los 300 muertos al día, pero parece que aquí en México no le tememos a morir por COVID, le tenemos más miedo a morir de hambre o de estrés por no tener con qué cubrir nuestras necesidades.
Y es que hemos normalizado tanto hablar de muerte en México, que una causa más es justo eso, otra causa de muerte, simplemente otro dato que los médicos pueden poner en un acta de defunción.
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Qué miedo le puede tener el mexicano a morir si tenemos una celebración para los muertos, si hacemos grandes reuniones cuando un familiar o amigo se muere, si recordamos a nuestros difuntos con verbenas y canciones, hasta Disney ya nos sacó una película que habla sobre cómo los mexicanos jugamos y convivimos con la muerte.
Durante los últimos 15 años en México hemos escuchado muchas cifras de muertes: los 120 mil muertos de Calderón, los muertos de Peña, las muertas de Juárez, los muertos de Ayotzinapa, las muertas por feminicidios, los 24,000 muertos al año por accidentes viales, y no olvidemos mencionar los cientos de miles de personas que mueren por enfermedades que pudieron ser prevenidas como la diabetes. Todos estos datos son estadísticas que regularmente escuchamos o leemos citadas en los medios de comunicación.
Luego entonces, las cifras de muertos de COVID se convierte en eso, una cifra de muertos más de las que ya estamos acostumbrados a escuchar y normalizar en este país, y es que haciendo una reflexión personal no encuentro otra razón por la que no estemos altamente alarmados por el COVID.
Pareciera que llevar tantos años escuchando cifras de muertos han provocado que se pierda nuestra capacidad de asombro, se volvió parte de nuestra cotidianidad hablar de muertes y de personas que hoy ya no están con nosotros. Sin duda, en México le hemos perdido el miedo a los números rojos, si no nos asustan 50,000 muertos por COVID, ¿nos van a asustar las más de 17,982 personas han sido asesinadas en los primeros seis meses del año?
En fin, seguramente en algún punto saldremos de esta pandemia, mientras tanto, no perdamos nuestra capacidad de asombro, sepamos que 300 muertes al día por una misma enfermedad son muchísimas, no nos acostumbremos y si tenemos que salir a vivir y a trabajar, hagámoslo como anuncio de Bacardí de los 90, con medida y con responsabilidad.