Los amigos de los casados

Foto: Dreamstime

Cuando hombres y mujeres entramos a una relación de pareja existen reglas no escritas, algunas sumamente incongruentes e ilógicas, que para bien o para mal acaban definiendo y perfilando el vínculo con la persona que elegimos para compartir nuestras vidas.

Hacemos concesiones, cedemos en nuestros hábitos y costumbres, nos autocensuramos y en un afán de llevar la fiesta en paz, por decirlo de algún modo, consciente o inconscientemente cedemos el control de nuestras decisiones y los aspectos más delicados de nuestras vidas a l@s novi@s o espos@s.

Un ejemplo clarísimo respecto a este tema es el referente a nuestras amistades cuando nos casamos o decidimos vivir en pareja con alguien. Pregunto: ¿Cuántos de nosotros no hemos renunciado a seguir conviviendo con nuestros amigos para que nuestra pareja no se encele o no se moleste?

¡Error garrafal!

Casarnos o vivir en pareja no significa que debamos renunciar a todo aquello que conformaba nuestras vidas de solteros. En lo emocional es sumamente dañino y en lo social decidir separarnos de hábitos y costumbres también nos perjudica.

La esencia de la vida misma de los seres humanos es buscar el balance, tener equilibrio total en todo lo que realizamos. Y todas las personas, hombres y mujeres por igual, no debemos ni tenemos que aislarnos del resto del mundo porque nuestro socio de vida es alguien inseguro, celoso, posesivo o simplemente porque le genera ruido que tengamos amistades del sexo opuesto.

Dos de los ingredientes primordiales en las relaciones sanas son la comunicación y la confianza. Podemos decir que sin éstos prácticamente resulta imposible construir nada. Así de simple. Por lo mismo, es prioritario que antes de dar un paso tan importante como lo es decidir vivir en pareja tienes que asegurarte al 100% del tipo de persona con la que te vas a involucrar y con la que vas a convivir, cohabitar y coexistir a diario, porque de por medio va tu libertad total. Y no exagero.

Además, vamos a ser sinceros: Una pareja emocionalmente sana requiere de la convivencia entre sí y de la convivencia con otras personas y también de la convivencia que cada uno de sus componentes genere en lo individual (o sea, lo que haga cada quien por su lado). No es posible encapsularnos o aislarnos de los demás y supeditarnos únicamente a la retroalimentación que podamos construir con nuestra pareja. No es sano ni es recomendable.

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A todo esto tenemos que sumar que no es posible que a nuestra pareja le podamos contar todo. Y además de que es imposible, tampoco es sano. No se trata de “guardarle secretos” a nadie, pero definitivamente la prudencia y el sentido común nos obligan a interactuar con otras personas, porque además eso nos permite conservar la perspectiva tanto de nuestra relación como de nuestras vidas.

Puede ser que habrá esposos a los que les cueste trabajo entender que la amistad entre dos personas de distinto sexo, pero hay ocasiones en las que no es necesario ser mal pensado o vivir todo el tiempo viendo moros con tranchetes, porque en realidad hombres y mujeres podemos construir relaciones sanas sin que se involucre el factor sexual y en las que existe una muy sana distancia.

Y no olviden que todos los sábados a la medianoche los espero en su programa “Exclusivo Para Hombres”, que se transmite por Telefórmula (por favor chequen su sistema de cable predilecto para verificar la nomenclatura de los canales).

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